Ayer un grupo de estudiantes universitarios de la Facultad de Derecho de la Máxima Casa de Estudios me invitó a dirigir un breve mensaje a la comunidad universitaria en una marcha histórica, pacífica y emotiva. Sé que en el contexto de país en el que vivimos, pensar diferente puede ser un riesgo para el linchamiento público. No obstante, comparto estas palabras desde la conciencia de que pueden ser las últimas que podamos expresar libremente y como un homenaje a los trabajadores del poder judicial de la federación y a los jóvenes universitarios que son un faro de luz en la oscuridad.
#ColumnaInvitada | Hablar, después puede ser muy tarde
Señor Rector, siéntase orgulloso de los alumnos de esta Máxima Casa de Estudios que el día de hoy expresan de manera respetuosa y razonada su preocupación por la situación del país. Ellos son la razón de ser de esta institución.
Hace algunos días, el Dr. Diego Valadés dijo, en un foro organizado por nuestra Honorable Casa de Estudios: “... Los universitarios estamos obligados a mantener la voz de la razón”, esa voz es la que nos congrega el día de hoy.
Hay momentos en la historia de la humanidad en los que quedarse callado nos hace cómplices.
Actualmente, en México estamos viviendo un momento crítico y no podemos cerrar los ojos a esta realidad. Estamos al borde de una crisis constitucional, y las y los mexicanos, particularmente el sector jurídico, no puede, ni debe guardar silencio, porque cuando la Constitución y las leyes son sustituidas por una ideología única que no admite diferendos, ¡todos estamos en riesgo!
Hoy los estudiantes de la Facultad de Derecho nos ponen un ejemplo de compromiso social y preocupación por su entorno, pues cumplen con los principios sociales que inspiran la existencia de la Máxima Casa de Estudios.
No podemos permitirnos guardar silencio frente a una serie de reformas constitucionales que eliminan órganos autónomos y que atentan contra la independencia judicial. Una reforma que no está dirigida a beneficiar a los que menos tienen, todo lo contrario, por su diseño concentran los tres poderes en uno solo, afectan los contrapesos constitucionales, que son justamente los que sirven para delimitar el poder.
La concentración de poder nunca ha traído nada bueno para los derechos humanos. El Dr. Peces Barba decía: “...sin contrapesos constitucionales no hay derechos humanos…”.
La reforma que, entre otras cosas, pretende que ministros y jueces sean elegidos por voto popular, es una reforma que atenta no solo contra un pilar del Estado de Derecho, es un atentado contra la educación y la preparación.
La UNAM y el Poder Judicial de la Federación comparten un denominador común: son un motor de movilidad social gracias al estudio y a la constante actualización. Universitarios y trabajadores judiciales son resultado de la cultura del esfuerzo.
Desde hace varios años, el discurso público de algunos poderes se ha centrado en un discurso de odio y de polarización. Estoy segura de que ese no es el país que queremos las y los mexicanos. No es el país que ideamos en la Constitución de 1917 y que se consolidó gracias a las minorías y a la oposición, esa oposición histórica que hoy nos gobierna. Nuestro alumnado merece un mejor presente y, consecuentemente, un mejor futuro.
En este momento tengo sentimientos encontrados; por un lado siento tristeza y preocupación, no obstante, los estudiantes universitarios y de la Facultad de Derecho encienden un faro de luz y de esperanza.
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Estamos a unas horas de que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirme una sobrerrepresentación que le da la mayoría al poder político, lo que les permitiría realizar cualquier modificación constitucional, sin necesidad de diálogo y sin escuchar a las minorías. Desde aquí hago un llamado a las magistraturas de la Sala Superior del TEPJF, en sus manos está la subsistencia de la República, de la Democracia y de los Derechos Humanos.
Benjamin Franklin decía: “... Aquellos que pueden renunciar a la libertad esencial por conseguir una pequeña seguridad transitoria no merecen ni la libertad ni la seguridad…”
¡¡¡Vivan los jóvenes universitarios!!!
¡¡¡Viva la Universidad Nacional Autónoma de México!!!
¡¡¡Viva el poder judicial federal independiente!!!
¡¡¡Viva México!!!
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Nota del editor: Angélica Manríquez Pérez es Catedrática de la Facultad de Derecho de la UNAM. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.