Trump fue atacado a balazos en un mitin público mientras que Joe Biden renunció a la candidatura, que obviamente fue un fracaso contundente. Harris entró al relevo y ha subido significativamente los números tanto en las encuestas como en las donaciones millonarias, para la causa demócrata.
Ahora se trata de mencionar a su extraño adversario: México, con quien Estados Unidos mantiene una relación tóxica desde que se han firmado tratados de comercio, donde unos a otros se señalan de ser más favorecidos.
Pero más allá de los ataques electorales y las diferencias marcadas por la rivalidad que suele ocurrir entre hermanos, se ha escalado a grandes problemas diplomáticos durante el ocaso del gobierno de López Obrador.
La extraña captura al ‘capo de capos’ mexicano Ismael “Mayo” Zambada no solo enrareció las relaciones diplomáticas, sino que prácticamente se suspendieron, pues todo el semblante del gabinete de seguridad de la 4T ha lucido derrotado desde entonces.
A todas luces se ha demostrado que la captura de los narcotraficantes en El Paso, Texas, fue desastrosa en cuanto a la colaboración entre naciones, a tal grado que el presidente mexicano desacreditó el informe del FBI y pidió información certera, precisa y suficiente. En otras palabras, nunca le informaron lo que ocurriría y por lo tanto lo desacredita.
Este distanciamiento ha dado un paso más con la amenaza oficial de Estados Unidos contra la 4T, por el tema de la Reforma al artículo 96, donde la izquierda espera modificar la elección de jueces y magistrados del poder judicial.
Un rompimiento estratégico y electoral
La advertencia oficial que ha enviado Estados Unidos a través de Ken Salazar -embajador de Estados Unidos en México- sobre la reforma judicial subraya preocupaciones significativas para la relación comercial entre ambos países. Salazar destacó que la elección popular de jueces, parte central de la reforma, podría desestabilizar el sistema judicial mexicano, facilitando la manipulación por parte del narcotráfico y otros actores. Además, advirtió que esta medida podría erosionar la confianza de los inversionistas estadounidenses en México, comprometiendo así la cooperación económica y comercial.
Esta amenaza no es trivial, considerando el contexto de la reforma, que pretende cambios profundos, también, en la estructura del Poder Judicial en México. La propuesta de López Obrador, impulsada por Morena, ha sido criticada no solo por actores políticos nacionales, sino también por figuras internacionales. El embajador enfatizó que una justicia efectiva y confiable es fundamental, lo que devela una fría relación bilateral.
Las implicaciones de esta reforma van más allá de las fronteras mexicanas. La preocupación de Estados Unidos se centra en la posibilidad de que jueces inexpertos y con motivaciones políticas tomen decisiones que afecten negativamente el entorno de negocios. Señalan que, aunque entiende la necesidad de combatir la corrupción en el sistema judicial mexicano, la elección popular de jueces no es la solución adecuada y podría debilitar las instituciones judiciales.
Incluso la reacción de los mercados también refleja desde hace un par de meses esta preocupación. El banco de inversión Morgan Stanley ya ha degradado su recomendación de inversión en México, citando la reforma judicial como un factor de riesgo. Esto pone de relieve cómo las decisiones políticas internas en México pueden tener repercusiones significativas en la confianza internacional y en la economía del país.