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AMLO: la demencia y el método

La demencia es enojarse y vociferar; el método es distraer y acosar. El método en la demencia es apelar no a los datos ni a los argumentos sino a emociones y la lealtad, pues ahí es donde más gana.
mar 27 febrero 2024 06:05 AM
MEXICO-POLITICS-LOPEZ OBRADOR-PRESSER
El presidente no luce bajo control sino desgobernado: torpe, ofuscado, sin filtro, apunta Carlos Bravo Regidor.

La semana pasada hubo tres escándalos emanados de las conferencias matutinas del presidente. El primero fue por su respuesta a una pregunta sobre el papel de la Fiscalía en el caso de Emilio Lozoya: arremetió contra la Suprema Corte y señaló que “cuando el ministro Zaldívar estaba de presidente en la Corte había más recato (…) Cuando había un asunto así de este tipo, nosotros respetuosamente interveníamos (…) Se hablaba con él y él podía (…) Hablaba con el juez y le decía: ‘cuidado con esto’ (…) Entonces, él ayudaba”.

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El segundo fue por un cuestionario que le hizo llegar el New York Times a propósito de un reportaje en curso (es decir, que aún no se había publicado) sobre una investigación que cerraron las autoridades estadounidenses a propósito de dinero del narcotráfico y su campaña electoral en 2018. El presidente, indignado, exhibió las preguntas y el número telefónico de la reportera, Natalie Kitroeff, largando una furiosa descalificación contra el diario: “Falsarios (…) Este tipo de periodismo está en franca decadencia. Es un pasquín inmundo el New York Times (…) Son unos calumniadores de fama mundial”.

El tercero fue cuando una reportera de Univisión, Jessica Zermeño, le preguntó sobre la exhibición del teléfono de su colega el día anterior, señalándole que era una violación de la Ley General de Protección de Datos Personales. El presidente contestó : “Ustedes se sienten bordados a mano, como una casta divina, privilegiada (…) Y no los puede uno tocar ni con el pétalo de una rosa (…) Está de por medio la dignidad del presidente de México (…) Por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política. Y yo represento a un país y represento a un pueblo que merece respeto, que no va a venir cualquiera y (…) nos va a sentar en el banquillo de los acusados (…) No puede haber ninguna ley por encima de un principio sublime que es la libertad (…) Yo tengo el mismo derecho que tiene usted (…) Si ustedes calumnian, aquí hay réplica (…) Con todo, sea quien sea”.

El miércoles, López Obrador reconoció que Zaldívar fungía como su operador político al interior del Poder Judicial, algo que viola la separación de poderes y la autonomía de los jueces. El jueves, enfureció porque la reportera del New York Times hizo su trabajo y siguió el debido proceso periodístico de pedirle a una parte interesada su punto de vista antes de publicar. Y el viernes afirmó que la dignidad, el respeto, la autoridad moral, la autoridad política y la libertad del presidente están por encima de la ley.

Hay dos maneras de interpretar estos escándalos. Una es la que pone el foco en las posibles motivaciones de un comportamiento tan impulsivo (i.e., enojo, frustración, paranoia), la que enfatiza el carácter errático (i.e., ansioso, agresivo, iracundo) de la actitud del presidente. Porque, en efecto, el presidente no luce bajo control sino desgobernado: torpe, ofuscado, sin filtro. Es la hipótesis de lo demencial.

Otra interpretación es la que enfatiza los efectos o las consecuencias de esa conducta. Hacer declaraciones incendiarias con el propósito deliberado de distraer la atención, de cerrar filas contra la prensa crítica o de amedrentarla. En ese sentido, lo de Zaldívar sirvió para ya no decir nada sobre la Fiscalía; lo del teléfono de la reportera, para no responder las preguntas sino fustigar a quien cumplió con su trabajo de plantearlas; y lo de estar por encima de la ley, para advertir que está dispuesto a hacerlo de nuevo y háganle como quieran. Es la hipótesis de lo metódico.

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Ambas interpretaciones tienen, sin duda, sus méritos, pero me inclinó por una tercera que estaría formulada en la célebres líneas de Polonio en Hamlet: “Though this be madness, yet there is method in it(aunque todo es demencial, no deja de haber un método en ello). En esa hipótesis, el comportamiento puede ser genuino, aunque no por eso irracional, y sus consecuencias favorables para el presidente. El método en su demencia sería, entonces, enojarse para justificar su asalto al Poder Judicial, sus ataques a la prensa y sus violaciones a la ley como una forma de azuzar a su coalición: de llamar a la batalla para ganar las siguientes elecciones y, así, no tener que rendir cuentas por los resultados de su gobierno.

Steve Bannon, el viejo asesor de Trump, lo expresaba de un modo menos elegante que el de Shakespeare, pero tal vez más entendible. La cuestión, para él, era no tener que lidiar con la realidad mediante el contraste de datos y argumentos sino derrotar a sus adversarios apelando a las emociones y la lealtad de sus partidarios. La política, en sus palabras, se trataba menos de persuadir que de desorientar: “flood the zone with shit” (inundar la zona de mierda). ¿Acaso no es eso lo que está haciendo López Obrador? ¿No es ese el método en su demencia?

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor. Síguelo en la red X como @carlosbravoreg

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