Es en serio, nuestra civilización colapsa si el agua nos rebasa. Adiós a nuestros sistemas de transporte, a la electricidad y todo lo que depende de ella, y ni hablar del desagüe. Todas las ventajas que asociamos con la vida en las urbes se diluyen en la época de lluvias.
¿Por qué, entonces, si estos problemas parecen estar asociados con el exceso de agua, actualmente experimentamos una severa crisis por su escasez?
Entendamos juntos qué está pasando con el agua en la Ciudad de México y, sobre todo, qué podemos hacer.
La seca paradoja del abastecimiento
Aunque quisiera traer mejores noticias, lo cierto es que estamos muy cerca de llegar a un punto de inflexión crítico en esta coyuntura: faltan poco más de 4 meses (133 días al 13 de febrero) para llegar al “Día Cero” . Así se conoce al día en que el suministro libre de agua termina y el acceso al líquido comienza a ser racionado.
Esto lo informó Citlali Peraza Camacho, directora del Organismo Cuenca Aguas del Valle de México (OCAVM), quien señaló además que actualmente existe un déficit del 36% en el Sistema Cutzamala, el principal abastecedor de la Zona Metropolitana del Valle de México.
Recientemente, el ex titular de la Conagua, José Luis Luege Tamargo, señaló a Carmen Aristegui en una entrevista que el desabasto de agua debe ser atendido como un tema de seguridad nacional, debido a que afectará a cerca de 22 millones de personas.
En ese sentido, también reconoció como “inconcebible” que no exista ningún sistema debidamente estructurado para captación del agua de lluvia: aproximadamente el 72% del agua de lluvia que cae en la ciudad se evapora, según cifras oficiales.
Entonces, ¿la captación resolvería el problema del abastecimiento? Desafortunadamente, no del todo. Y es que, como muchos de los problemas que ha generado este gobierno, se trata de un tema de recursos y de su destino.
Las inundadas prioridades del gobierno
La Conagua comenzó sus operaciones de este año con una reducción presupuestal del 12% respecto al año pasado.
Según documentó Luis Miguel González en su columna de El Economista, en octubre de 2023, los 62,600 millones de pesos (mdp) que tiene la Comisión para trabajar es apenas un poco más del 50% de los 120,000 mdp que recomendó el Consejo Consultivo del Agua (por cierto, ¿quién sí va a recibir 120,000 mdp este año? El Tren Maya).
En este espacio ya hemos documentado que es muy sencillo entender cuáles son las prioridades del gobierno en turno si tan sólo analizamos hacia dónde destinan los recursos.
Por ejemplo, la Refinería de Dos Bocas lleva una inversión de 233,000 mdp. Por su parte, el AIFA costó alrededor de 74,500 mdp. Y a pesar de todo lo que se ha dejado de atender por darle prioridad a los proyectos de vanidad de un funcionario público, ¡la refinería se inunda tiro por viaje y el aeropuerto tiene goteras!
México no es el único país en el mundo que experimenta una severa crisis hídrica. Un escenario similar al que vivimos sucedió en Sudáfrica en 2018. Este país logró esquivar la crisis porque las duras sequías cesaron repentinamente y pudieron comenzar a almacenar agua.
Sin embargo, expertos de la región consideran que para prevenir una catástrofe necesitan una inversión de, por lo menos, 60,000 millones de dólares. De lo contrario, Sudáfrica se quedará sin agua en 2030.
En México urge tomar acciones inmediatas, pero que podamos sostener en el largo plazo. A la par, la administración pública debe tomar cartas en el asunto y comenzar a destinar los recursos necesarios a las instituciones capacitadas para lidiar con esta crisis.
De lo contrario, esto que nos entristece en la época de lluvias, se hará cada vez más constante y más intenso.