Me narran algunos participantes de la delegación mexicana que México como país es el gran ausente, ni un pequeño stand como la mayoría de los países, ni un funcionario de alto nivel. Confieso que me generó una enorme inquietud, sobre todo porque ahora es más evidente que nunca está puesto el interés de este gobierno en materia ambiental.
Para muestras, algunos botones. Según documentó el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), el Presupuesto de Egresos para 2024 propone destinar el 70% de los recursos del Anexo 16 (que se destinan a acciones de mitigación y adaptación al cambio climático) a proyectos como el Tren Maya, Sembrando Vida e infraestructura para transporte de gas fósil.
Múltiples especialistas en materia ambiental advirtieron desde los primeros años del sexenio que los megaproyectos del presidente López Obrador indican el poco –ya no es apresurado decirle nulo, ¿verdad?– interés que esta administración tendría por destinar recursos a la crisis climática que está asfixiando al planeta.
Cierto, en aquel entonces lo único que teníamos eran proyectos: trazos y planos y pronósticos y, sobre todo, promesas de campaña. No se habían puesto en su lugar los primeros tramos de las vías del Tren Maya ni se desmantelaba aún a las instituciones que, se supone, sirven para salvaguardar a las y los mexicanos de los riesgos ambientales que se avecinan.
Si así quieren verlo, era pura especulación. No obstante, hoy que la indolencia de este sexenio se aproxima a su fin, tenemos la información necesaria para verificar si, en efecto, estas preocupaciones van más allá de una opinión y más bien son otro de los temas de primera importancia que este gobierno decidió omitir.
Tren Maya
Cuando sólo era una propuesta de campaña, mucho se dijo sobre si en verdad el entonces candidato López Obrador se atrevería a, –literalmente–, pasarle por encima con un tren a cientos de miles de hectáreas de selva tropical, uno de los ecosistemas más ricos y representativos del país.
No fue sino hasta que los primeros árboles cayeron que comenzamos a dimensionar la barbarie: cifras del Instituto Nacional de Antropología e Historia indican que el proyecto ha deforestado más de 130,000 hectáreas de selva tropical, sin ningún plan de acción de reforestación o contención ambiental efectivo.
Sólo para tener una imagen, esto equivale a más de 160 Bosques como el de Chapultepec (el cual, dicho sea de paso, las autoridades de la CDMX también quieren masacrar con un cablebús).
Sembrando Vida
En entrevista con Deutsche Welle, Yuri Peña Ramírez, investigador del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), señaló que el programa Sembrando Vida se convirtió, en la práctica, en “un programa de prebendas y de clientelismo social”, con consecuencias radicalmente distintas a los objetivos marcados.
Describió la situación del programa como productores que cortan árboles indiscriminadamente para solicitar los subsidios que ofrece el gobierno, abriendo la puerta a que un programa de supuesta reforestación se convierta en una muestra del clientelismo más rancio.
¿Y quién lo paga? El territorio mexicano que ha perdido más de 70,000 hectáreas de masa forestal natural.
Infraestructura gris
Sería complicado enumerar todos los proyectos de infraestructura gris que este gobierno ha impulsado. Para muestra, veamos la autopista Oaxaca - Mitla. Se estima que, una vez terminada, la autopista emitirá 200,000 toneladas de dióxido de carbono al año, que equivale a las emisiones de 77,500 vehículos compactos.
Es en este tipo de proyectos, en los cuales el gobierno federal decide invertir los recursos que deberían ser destinados al cambio climático y las crisis ambientales que se nos avecinan, y que afectarán a las y los más vulnerables, como las 80 familias desplazadas por daños ambientales en la comunidad El Bosque, en Tabasco, a quienes el presidente López Obrador dijo que ayudaría “entre el 23 de diciembre y el 2 de enero” en su conferencia matutina del 8 de diciembre.
La pregunta es: ¿por qué? ¿Cuáles de sus intereses –políticos, económicos, ideológicos– se pusieron en juego para optar por no aprovechar la oportunidad de proteger a las personas más vulnerables de la catástrofe ambiental que se aproxima?