Hace unos meses, la entonces directora de la Comisión Nacional de Búsqueda, Karla Quintana, también anunció su renuncia al cargo aludiendo al "contexto actual". Semanas después de su renuncia, supimos que el "contexto actual" era que el presidente López Obrador quería reducir artificialmente el número de personas desaparecidas para que así su sexenio no fuera el de la peor cifra histórica en este rubro.
Ése es el contexto actual. No es un escenario de dictadura ni de autoritarismo franco y abierto. El Estado no ejerce la represión y la censura de manera constante y generalizada, sino estratégica y selectiva.
No es que estén prohibidas la crítica y la disidencia; es, más bien, que el oficialismo mira ambas con recelo y sospecha, como si fuesen actividades espurias, propias de traidores a la patria y conservadores.
Si alguien se pasa de la raya en su crítica o si alguien hace enojar al presidente, entonces sólo hace falta un par de llamadas para sacar a ese alguien de las pantallas y los micrófonos, al menos en el caso de las grandes empresas mediáticas, que siempre han sido serviles al poder en turno.
¿Acaso le dan los mismos espacios a Gibrán Ramírez como crítico del oficialismo que cuando apoyaba al presidente? ¿Y qué pasó en La Hora de opinar? ¿Por qué el programa se suspendió temporalmente y ahora cada mesa cuenta con al menos una voz oficialista? ¿Por qué Loret salió de Televisa y por qué Blancarte, Escalante y otros tantos salieron de Milenio y fueron reemplazados por plumas obradoristas? ¿Por qué Jorge Castañeda estuvo casi todo el sexenio sin un espacio en algún diario nacional?
En la administración pública hay que hacerle caso al presidente, pues es la conciencia del pueblo. Ése también es el contexto actual.
Una funcionaria como Quintana, que tuvo la osadía de lanzar el primer esfuerzo auténtico por contar a las personas desaparecidas en nuestro país, no tiene lugar en este gobierno. Si al presidente no le gusta saber que todas las semanas desaparecen decenas de personas en México, si no quiere reconocer que su sexenio es tan malo o peor que el de Calderón en términos de violencia, entonces mejor cortar la búsqueda y reducir la cifra. Así ocurre en el contexto actual.