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#ColumnaInvitada | Las grandes ideotas

Se ha querido gobernar con base en refranes y narrativa, pero no con datos duros y métrica de resultados.
vie 05 enero 2024 06:00 AM
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Como una nueva ocurrencia se instaló una bodega en Huehuetoca para tener medicamentos en forma centralizada. En ningún país se hace esta concentración porque no hace sentido que las medicinas no se pongan cerca de donde se requieren, es decir, en forma descentralizada, apunta Juan Francisco Torres Landa.

Arrancamos 2024 y ya felizmente en la recta final de este sexenio de terror. Y al hacerlo debemos revisar en qué se gastó el tiempo, el dinero y el esfuerzo de un pseudo-gobierno pauperizador. Al hacer este ejercicio debemos revisar en torno a qué dedicaron sus energías. Y al hacer esta tarea es bastante claro que lo que se aprecia es una serie de ocurrencias y procesos que derivaron en proyectos cuyo común denominador es la ausencia de planeación, la nula evaluación de los costos reales, los impactos a provocar, la viabilidad económica y operativa, y en general el sentido común de validar si eran buenos objetivos para dedicar recursos presupuestales.

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Para este ejercicio debemos partir de una premisa muy básica, pero crítica para entender el trasfondo de este tema, y es la muy evidente y sin embargo omisa referencia en el actuar gubernamental reciente de que los recursos públicos son finitos. Eso que parece obvio es relevante porque implica que necesariamente debemos estudiar los fines a los que vamos a destinar recursos públicos limitados. Si no tuvieran fin entonces se podría decidir con libertad a qué dedicar el dinero del haber gubernamental, pero como son limitados el determinar en qué se gasta requiere un ejercicio cuidadoso, meticuloso, articulado, prioritario, técnico, educado, lógico y racional. En este gobierno ha ocurrido todo lo contrario y de ahí una buena parte que explica los nulos resultados que han generado con torpeza patológica.

Veamos ejemplos concretos y su incidencia en el país. Con estos eventos podemos apreciar el tamaño de las fallas y pifias respectivas.

Aeropuerto de Texcoco

La debacle del sexenio se marcó antes de su inicio al cancelar un proyecto que pudo haber significado dar confianza a la inversión y demostrar visión de largo plazo para generarle al país un hub multimodal de transporte y de clase mundial. En cambio se canceló el proyecto, se sigue pagando el financiamiento, y se construyó un aeropuerto alterno inútil y extraordinariamente caro. Todo al revés.

Planta Mexicali

La puntilla en cuanto a perder confianza en la posibilidad de inversiones en el país se logró con la cancelación de la planta de Mexicali de Constellation Brands. Ya con lo del aeropuerto se había hecho un daño a la columna vertebral de certeza jurídica, con la eliminación del proyecto de la cervecera en la zona fronteriza de la capital de Baja California se logró hacer que los inversionistas extranjeros supieran que en México no hay condiciones para ejecutar un proyecto, aún con permisos y autorizaciones, si alguien en el gobierno (y particularmente el presidente) se le ocurre cambiar de parecer y decidir cancelar el mismo.

Tren Maya

Con una visión de tener un juguete en movimiento se hizo la precipitada construcción de esta vía férrea con nulo respeto por el medio ambiente. Se han tirado más de 20 millones de árboles y se instaló un tren que funciona con diésel, de baja velocidad, y con vías sencillas que no permiten muchas opciones de horarios. Aunque se ha inaugurado en algunos tramos, sigue en construcción y con serias preguntas de estabilidad en las zonas de suelo cárstico. Un gran despropósito porque no hay sustento racional de esta obra que ya más que triplicó su estimado original de costos.

Refinería de Dos Bocas

Aunque en el mundo se están vendiendo o cerrando, en este gobierno se apostó por la construcción de una refinería en un lugar poco lógico (inundaciones permanentes) y sin conexión con los sistemas de distribución de petrolíferos. No opera aún y no lo hará por varios años en forma palpable y seria. Lo cierto es que se ha llegado también a más del triple del presupuesto original. Un barril sin fondo adicional.

Fondeo Pemex y CFE

Desafiando los límites de la lógica presupuestal, en este sexenio se han destinado recursos excesivos para subvencionar las ineficiencias en operación y resultados de las dos entidades paraestatales más importantes en cuanto al sector energético se refiere. El problema es que se les han aumentado los gastos y cargas sin nuevas eficiencias, dando como resultado entidades que pierden dinero en forma sideral. Lo cierto es que la absorción de presupuesto lesiona la posibilidad de que se usen los recursos en temas realmente importantes como salud, seguridad, educación, etc.

Insabi y Mega Farmacia

En pocos rubros como el de la salud se puede ver el derroche de recursos y nulos resultados. Sin justificación alguna se canceló el Seguro Popular y se creó el Insabi, pero sin planes de operación o formas de entender cómo se llevaría a cabo la atención de los problemas reales del sector. Entonces se logró que más de 30 millones de mexicanos quedaran sin cobertura en el sector salud, y que después de derrochar recursos con absoluta opacidad, enterraron al Insabi para asignar tareas a una entelequia como el IMSS-Bienestar. Para topar el tema de problemas se generó en estos años una carencia crónica de medicamentos. Y como una nueva ocurrencia se instaló una bodega en Huehuetoca para tener medicamentos en forma centralizada.

En ningún país del mundo se hace esta concentración porque no hace sentido que las medicinas no se pongan cerca de donde se requieren, es decir, en forma descentralizada. Una idea sin sentido alguno que solamente genera más gastos y problemas crecientes.

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Guardia Nacional

Como parte de la insensata militarización de múltiples actividades y tareas en el país, se ha apostado a destruir las capacidades civiles y en su lugar asignar a fuerzas armadas a todo lo imaginable. En particular en cuanto a seguridad pública se refiere que se destruyó a la Policía Federal y se instaló a la Guardia Nacional como una corporación militar que, aunque con ciertos mandos civiles, es en realidad la extensión del Ejército en las calles. Pero como una corporación no entrenada para llevar a cabo tareas de prevención, investigación y persecución de justicia, no ha logrado generar mejores condiciones de seguridad en el país. De hecho nunca habíamos tenido más muertos, desaparecidos y extorsiones. El baño de sangre es descomunal, y los recursos se desperdician sin enmienda alguna. A la delincuencia organizada no se le toca, pues son sus socios electorales, y ha tomado el control de buena parte del territorio, desplazando en los hechos a las autoridades constitucionales. Menudo lío y desastre total que apunta a soluciones complicadas por la negligencia y complicidad de este gobierno con los que les apoyan en las urnas y nos sacrifican a todos.

Y la lista sigue y sigue. Lo que queremos dejar claro en estas líneas es apreciar en su abrumadora dimensión el enorme despropósito en múltiples decisiones de increíbles proporciones en daños y cargas actuales y futuras. Se ha querido gobernar con base en refranes y narrativa, y no con datos duros o métrica de resultados. Porque una cosa que se ha dicho poco es no solamente que el despilfarro ha sido lapidario, sino también que han generado hoyos presupuestales que van a seguir requiriendo de enormes recursos para sostener estos caprichos por mucho tiempo.

Así, el efecto nocivo de estas malas decisiones se sentirá por décadas porque al ser proyectos deficitarios van a absorber presupuesto público que no dejará que el país avance donde realmente se requieren inversiones y recursos en forma prioritaria. Un efecto dominó de malas decisiones que van a seguir dañando al país por generaciones. Así de grave el problema que han generado con tan nocivas decisiones.

El efecto es dramático si se considera la imposibilidad de usar dichos recursos en cuestiones prioritarias como salud, seguridad, educación, trabajo y otros. Así la huella depredadora de esta administración que aunque ya se irá a su rancho en menos de 10 meses, dejará una estela de destrucción que nos costará mucho trabajo eliminar y superar. Es el costo de estas grandes ideotas que merecen ser sepultadas en las urnas el 2 de junio de 2024 para evitar que haya cualquier tipo de continuidad, algo que ni siquiera un país tan generoso como México puede sustentar.

Es tiempo de un cambio con rumbo cierto, no con ocurrencias, sí con un gobierno de coalición, y con el liderazgo e impulso ciudadano que representa Xóchitl Gálvez. No podemos fallar y nos merecemos salir de la pesadilla en que el gobierno actual nos metió. El despertar está a nuestro alcance en los comicios. La cita es inaplazable y nos corresponde a todos estar ahí para salir del túnel actual. Todos a cumplir para salir de esta ruta de debacle, autoritarismo y tiranía.

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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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