El nearshoring sigue siendo para todos los efectos un sueño que no se vuelve realidad. Las razones geopolíticas que han generado la apertura para una potente modificación de las cadenas de suministro, particularmente por el distanciamiento entre China y Estados Unidos, son reales y vigentes. Son condiciones necesarias, pero no suficientes, para que el nearshoring genere una entrada masiva de inversiones a lugares más cercanos a los principales centros de negocios, y en ese sentido la concentración en Norteamérica hace más que obvia la ubicación estratégica de México en el contexto global y hemisférico.
#ColumnaInvitada | El Factor SEI
Pero hoy por hoy el nearshoring no existe como un fenómeno palpable y real en México. Las inversiones de las que se jacta el propio gobierno y algunos medios son en realidad proyectos inerciales que poco tienen que ver con una oportunidad histórica que existe pero no cuaja. Y no se materializa porque México compite con otros destinos, y en esa comparación salimos muy mal librados a pesar de nuestra ubicación geográfica privilegiada.
El gobierno de México ha despreciado al nearshoring y lo que significa. La única forma en que México puede realmente beneficiarse es si se brindan las condiciones esenciales y obvias para que los inversionistas aprueben venir a nuestra jurisdicción sin dudas. Las interrogantes principales que no se encuentran atendidas son las que se explican en tres rubros principales: seguridad, energía e infraestructura – lo que nosotros hemos designado el factor SEI. Veamos cada uno de dichos ingredientes.
Componente S – Seguridad: Se refiere tanto a lo que es seguridad pública como seguridad legal. No es posible que alguien en su sano juicio se comprometa a realizar inversiones significativas en México si no somos capaces de garantizar que haya seguridad pública para que no haya robos, extorsiones, secuestros, etc. Hoy la realidad es que salvo tres estados (Yucatán, Querétaro y Coahuila), en todo el país las condiciones de inseguridad y presencia de crimen organizado son rampantes y preocupantes. Las corporaciones civiles de seguridad se han destruido y/o pauperizado. No hay planes ni programas que funcionen. Vamos a la deriva sin controles ante una violencia ofensiva y minadora de confianza.
La otra vertiente tiene que ver con la seguridad jurídica. Esto se refiere al concepto básico de que se respeten las leyes, que haya certeza regulatoria, que se practique la predictibilidad judicial, y en general que el Estado de Derecho y el Debido Proceso se respeten. Sin esos rubros es imposible que en los centros de decisión corporativa se pueda aprobar una inversión significativa. Para ellos siguen haciendo mucho ruido los temas de las cancelaciones de los proyectos de Texcoco y Mexicali, y preocupa el ataque frontal al Poder Judicial. Así no.
Componente E – Energía: El mundo ya cambió y ante el calentamiento global y los compromisos ESG de los principales centros de negocios en el mundo, ya no hay de otra, o se entrega energía eléctrica que provenga de fuentes renovables, con calidad permanente, con precios competitivos, y con disponibilidad permanente, o no se pueden instalar nuevas fábricas e instalaciones en el país. Lo que se genere a partir de combustibles fósiles como combustóleo y carbón no califica como tal y es inaceptable. Sumamos el que la CFE no garantiza el abasto y que la huella ambiental es cada vez peor, y podemos constatar que estamos fallando miserablemente como país. Sin estas fuentes confiables y verdes estamos fuera del radar. Trágico cuando tenemos un perfil envidiable en zonas de flujo solar y eólico que simplemente se ha desplazado por caprichos y malas decisiones.
Componente I - Infraestructura: No es posible tener una propuesta de inversión masiva en el país si no contamos con los aeropuertos, puertos, carreteras, cruces fronterizos, etc. de talla mundial. Para que haya los movimientos de equipos, activos, productos, mercancías, etc. se requiere contar con esos equipamientos indispensables de infraestructura. Hoy el país se descarriló. Tenemos instalaciones de nula calidad o inexistentes. La apuesta ha sido a obras faraónicas que nulos resultados han generado para la competitividad del país. Imposible competir así con otros destinos que sí han hecho la tarea. La destrucción del NAIM de Texcoco marcó el rumbo insensato e irracional de este sexenio en la materia. Estamos pagando las consecuencias de tan malas decisiones.
No vemos condiciones para que la actual administración dé su brazo a torcer. Al parecer cualquier cosa que suene a crítica o cambios en sus decisiones se enfrentan ya sea con rechazo total o con apuestas al doble. Por ello no hay condiciones para que el nearshoring crezca en el corto plazo. La autoridad no solamente no simpatiza con el factor SEI, sino que en gran medida ha sido su principal enemigo y responsable de que las cosas no caminen en la dirección correcta. Así las cosas, la posibilidad de un real proceso de despegue del nearshoring no va a darse mientras no venga un cambio en el liderazgo nacional.
La pregunta es entonces si cuando en función del proceso democrático en 2024 haya un nuevo gobierno y tendremos la oportunidad para que alguien más tome las decisiones evidentes y necesarias en este caso. Debemos llegar a un momento en que en el país se pueda detonar una verdadera oportunidad de desarrollo al amparo de lo que el nearshoring representa. Gane quien gane la contienda lo cierto es que para que el país se inunde con inversiones y se puedan buscar mejores condiciones de desempeño económico, no hay de otra sino entrarle a los condicionamientos del factor SEI. O los hacemos realidad o seremos otro ejemplo del fracaso irreal.
La gravedad del asunto es que la oportunidad histórica sí existe, pero se puede pasar. En México tuvimos otra gran ventana al final de la Segunda Guerra Mundial y se propició el periodo conocido como el milagro económico mexicano que duró más de dos décadas con crecimientos sostenidos del 6% del PIB. Ahora tenemos una nueva estadía para propiciar un crecimiento exponencial, pero no se logrará si no somos competitivos. El error de no tomar las medidas es mayúsculo porque no solamente implica el no abrir los ojos ante lo que se ofrece, sino que sobre todo se dejaría a un lado a que los sectores más desprotegidos no puedan beneficiarse de esta coyuntura temporal. Triste ver que se opte por pauperizar al país con la mesa servida.
Los destinatarios naturales del fenómeno del nearshoring son las empresas con cadenas productivas complejas y de alta competitividad, principalmente en Norteamérica. Aquí destacan sectores obvios como el automotriz, el aeronáutico, el de telecomunicaciones, el farmacéutico, el de productos de consumo masivo, y el de alimentos, entre otros. Pero nuevamente, salvo inversiones que son necesarias por razones distintas al nearshoring, no vemos un desempeño realmente importante en lo que viene al inicio de 2024. No hay condiciones para un repunte importante porque el SEI no existe. No nos hagamos locos ante la apabullante realidad.
Lo que toca entonces es destacar los enormes beneficios que se pueden lograr si el país finalmente hace la tarea y las definiciones de estructura se realizan con sentido común. Por ello es importante que se sepa el enorme impacto social favorable que va a generarse para la nación si abrimos los diques y permitimos que las inversiones fluyan. Esto no debería tener tintes políticos porque nadie en su sano juicio debería oponerse a que crezcan los flujos de capital y así se logren los mejores incrementos en desarrollo real para los distintos rincones del país en que se lleve el despliegue de inversiones concretas.
El tiempo es ahora y el nearshoring no es un fenómeno perene. No durará más de un par de años. Y por ello si México no se pone las pilas, pronto se escribirá cómo pudo más la ceguera ante la ventana que está ahora frente a nosotros, pero que de no utilizarse puede no darse de nueva cuenta en nuestras vidas en esta generación. El temor es fundamentado de que ante el cofre del tesoro a la vista se opte mejor por dejarlo de lado por cerrazón y miopía política. La moneda está en el aire. Hagan sus apuestas, y con votos inclinen la balanza a donde consideren más oportuno en junio de 2024. Para ello hay un factor adicional SEI – Ser Exitosos e Invencibles en el proceso electoral. Responsabilidad compartida por todos para el país que queremos tener en el futuro cercano. Todos con Xóchitl Gálvez para ello.
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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.