Empecemos por desenmascarar sus frases electorales pero sofistas e ineficaces.
Primero los pobres
Han sido los más afectados. Aunque los programas sociales han tenido una incidencia en los ingresos de las familias en general, los deciles más bajos hoy reciben menos que en sexenios previos. Además, las cifras de personas en clase media se han reducido. Se ha afectado a una buena parte de la población. Los fondos tienen un carácter asistencial y no de movilidad real. Hay enormes engaños en programas que son sacos sin fondo, sin controles, sin auditoría, y que se prestan a abusos sistemáticos. Sobresalen, por ejemplo, los engaños de Sembrando Vida que simplemente logran lo contrario de lo que se propuso originalmente.
Abrazos, no balazos
La estrategia más lesiva de todo el sexenio sin duda. No solamente no ha resuelto el problema de inseguridad, sino que lo ha exacerbado. Se destruyó a la Policía Federal como lema de campaña, pero sin haber un sustento real de un programa alternativo con real impacto en las causas de fondo de la inseguridad. El no utilizar los instrumentos del estado para investigar, prevenir y atacar a la delincuencia la tiene empoderada. No hay sino un pacto de empoderamiento y complicidad con la delincuencia. Estamos a la deriva en cuanto a seguridad se refiere.
No mentir, no robar y no traicionar
Tristemente ha sido todo lo contrario. La lucha contra la corrupción llevó al triunfo electoral a Morena en 2018. Hoy sabemos que no hay avance alguno en la materia. Aún en las cuestiones más evidentes como designar a las personas encargadas de la ejecución de la agenda constitucional anti-corrupción no han querido hacerlo. Se adjudican a sus cuates más del 80% de todas las compras gubernamentales. La familia cercana del Presidente está metida hasta la médula en los negocios turbios. Incluso ahora en manifiesto apoyo a la opacidad se desdijeron de su obligación de fortalecer funcionamiento del INAI.
Salud como en Dinamarca
Solamente que se refiera al siglo XVII o algo así. Nuevamente se recurrió a frases huecas para validar acciones de arrastre mediático, aunque eso implicara mandar al carajo y al cementerio a cientos de miles de personas. Revisemos lo que realmente ha sucedido. La devastación del Seguro Popular; el nacimiento y muerte del INSABI; la improvisación del IMSS Bienestar; la destrucción del abasto de medicamentos; la eliminación de los programas de vacunación; la desatención a enfermos crónicos; el abandono al personal de salud en la pandemia; y la declaratoria de muerte a niños con cáncer. ¿Se puede ser más indolente y miserable?
La militarización del país
Se han entregado cientos de actividades que eran de autoridades civiles a las fuerzas armadas. Forma perversa de tratar de amarrar decisiones de políticas públicas mediante el militarismo reinante. El presidente quiere literalmente amarrar las manos democráticas del país al querer defender por la fuerza sus determinaciones de gasto, infraestructura, tareas, etc. Es brutal el ataque a la institucionalidad de las fuerzas armadas porque por un lado se privilegia la asignación de recursos para proyectos no productivos. Pero por el otro se les pide que no toquen a la delincuencia. La combinación letal de inundarlos con dinero y limitarlos en sus funciones.
Deterioro de potencial económico
En un momento en que deberíamos estar creciendo quizá a doble dígito, so pretexto de su retórica de austeridad y carencias, se ha sacrificado el que, por ejemplo, no estemos explotando la oportunidad histórica del nearshoring. No hay energía, se castigan los proyectos de renovables, se erosiona la seguridad jurídica, se atacan a los que quieren generar empleos, y así no hay beneficios para los que podrían tener mejores oportunidades de trabajo. Un ejemplo emblemático y que tristemente sí marcó el sexenio fue la cancelación del aeropuerto de Texcoco – no solamente fue irracional y visceral, sino que en los hechos evitó que el proyecto de conversión urbana más importante de todo el mundo se pudiera materializar. La cancelación de la cervecera de Mexicali fue otro gran evento que derrumbó confianza en el país. Los efectos se han magnificado desde entonces, dejando a un lado grandes obras que ya no se podían realizar sin confianza en lo que el país podía ofrecer como lugar de riesgos.
Ahora hablemos de los verdaderos legados de este gobierno.
Violencia
Tenemos un país con un nivel de violencia descomunal. Hoy tenemos escasamente a Yucatán, Coahuila y Querétaro como los únicos territorios sin problemas severos de inseguridad. Es urgente retomar la hegemonía estatal en el uso de la fuerza pública. No se pueden seguir normalizando los niveles de deshumanización en la convivencia diaria. Descabezados, desmembrados, ejecutados, etc. no pueden seguir siendo la forma en que se perfile al país. Estamos cerca de pasar un punto de no retorno en que los niveles de rompimiento institucional vayan a propiciar incluso eventos de suspensión de derechos humanos. El tema es de la mayor relevancia y no se puede seguir ignorando.
Delincuencia organizada
Vinculado con lo anterior es precisamente reconocer que hay un pacto evidente con las bandas que hoy se alinean con el gobierno federal y Morena para efectos electorales. A cambio del financiamiento que han proporcionado al partido en el gobierno federal y estatales, se les deja operar cada vez con mayor ámbito e impunidad. Ya dominan buena parte del territorio nacional, y se han diversificado en sus actividades ilícitas. Ahora cobran derecho de piso, aún en grandes urbes, y en muchos sectores ya son los reguladores de actividades económicas complejas, como son el caso del “oro verde” en Michoacán.
Si el nuevo gobierno no se encarga de realmente replegar a las bandas, quitarles sus canonjías, eliminar la prohibición de drogas, cortar sus vínculos financieros, y en general debilitar sus estructuras, podemos hacer que el ejemplo de Colombia parezca un juego de niños. México está en vías de convertirse en un Narco Estado si no se actúa con prontitud y eficacia. Si no me creen pregunten a cuántos lugares se puede viajar por tierra en el país sin el temor de ser objeto de atracos y abusos. No nos engañemos.
Política exterior
México perdió rumbo de una tradición diplomática importante. Se ha favorecido y avalado a regímenes dictatoriales y de abusos de derechos humanos. También se ha apoyado a Rusia a pesar de la invasión en Ucrania. Ni siquiera se puede criticar sin tapujo ataques terroristas brutales e inhumanos en Israel. Bajo la absurda referencia de aplicar reglas de autonomía y que la mejor política exterior es la política interior, México perdió lugares en los grandes espacios diplomáticos y de decisiones mundiales, incluyendo G20, ONU, OEA, OMC, Alianza del Pacífico, y otros simplemente porque al presidente no le gusta viajar. El perfil de México se deterioró al nivel de perder relevancia en los foros mundiales. Brasil nos ha reemplazado como líder en Latinoamérica a pesar de no estar en Norteamérica. Un gran vacío que tendrá que llenarse pronto.
Relaciones estratégicas T-MEC
Si bien es cierto se optó por no eliminar el proceso de ratificación del T-MEC al iniciar el sexenio, más por defensa propia que por convicción, hoy está en desuso el respeto al tratado. Estamos ya en problemas serios ante el número de conflictos derivados de decisiones caprichosas. Sobresalen los temas de desviación en energías renovables, la restricción de maíz transgénicos, y temas de ataques a la industria minera.
Somos el socio comercial más importante de Estados Unidos a pesar de este gobierno. Pero la integración económica, número de inversiones, proyectos emblemáticos, y prospectos de nuevas tareas no son ni la parte más remota de lo que debería ser. Es curioso que se defienda a las dictaduras, y sin embargo todos los migrantes van a Estados Unidos. Se apoya a los autócratas, y no obstante se presumen los niveles de remesas desde Norteamérica. Debemos parar la simulación y ver que nuestro destino, oportunidad e inmejorable posición es ser parte del mercado norteamericano. Somos la envidia del mundo y no la aprovechamos.
Problemas presupuestales y financieros
Este gobierno presumió ser muy disciplinado en cuestiones de finanzas públicas. Su mérito en realidad fue estrangular el gasto corriente para eliminar egresos operativos, aunque eso significare dejar fuera capacidades administrativas. Se destruyeron enormes activos de capital humano en el que habíamos invertido décadas y que hoy desaparecieron del gobierno. Se chutaron todos los fondos, fideicomisos, reservas y ahorros. Ya no hay maniobra posible porque desaparecieron lo que encontraron de gobiernos previos. Las inversiones en obras faraónicas son devastadoras en cuanto a presupuesto. Así, por un lado derrocharon recursos porque no hubo planeación operativa o de viabilidad.
Pero además ahora hay que tomar en cuenta que esos proyectos como no generan van a requerir cuantiosos recursos para su sostenimiento. Lo peor de dos mundos. Van a dejar con alfileres el problema del quiebre de ingresos y egresos que ya se ve en puerta. El presupuesto 2024 logrará que en este sexenio se incremente el endeudamiento público por encima de los últimos cinco sexenios. Muchos engaños y lesiones que se tendrán que abordar por el siguiente gobierno, sea quien sea.