En última instancia, como bien dice Fernando Escalante, el neoliberalismo implica la reducción de la esfera pública y la expansión de la esfera privada. En el núcleo del neoliberalismo está el enaltecimiento del individualismo, la meritocracia y la convicción de que cada persona forja su propio destino, siempre y cuando el Estado no le estorbe.
El neoliberalismo triunfó en el último tercio del siglo XX, pues incidió en cómo se formaron o transformaron las instituciones, los sistemas políticos y las relaciones entre el gobierno y los ciudadanos en muchos países. En México, el programa neoliberal coincidió con la transición a la democracia y, en muchos sentidos, ambas agendas se entrelazaron. Los procesos de democratización y liberalización económica avanzaron codo a codo, y el uno impulsó al otro. Así, se construyeron de manera simultánea las instituciones para favorecer una democracia electoral con un pluralismo político y para extender las libertades económicas y el peso de los mercados.
Por eso, Morena y sus partidarios critican al entramado institucional de esta época tildándolo de “neoliberal”, sin hacer distinción alguna entre los procesos de democratización y liberalización de los mercados. Sin embargo, el obradorismo ha hecho más por debilitar al aparato institucional que favoreció la transición a la democracia que al que aseguró la consolidación del neoliberalismo.
De hecho, el entramado neoliberal –salvo algunas excepciones como el sector energético o la política de salarios mínimos– se mantiene intacto. Y seguirá vigente después de las elecciones de 2024, sin importar quien gane, puesto que todas las candidaturas presidenciales representan la continuidad –quizá con ciertos cambios en cada caso– del proyecto neoliberal.
En primer lugar, Xóchitl Gálvez está rodeada de la vieja guardia del PAN y el PRI: ésa misma que ayudó a implantar el programa neoliberal en México y que cree firmemente en él. Además, el discurso de Gálvez es una auténtica oda a la capacidad individual para salir adelante: poco Estado y mucho individuo, pues.
Por su parte, Samuel García hace campaña promoviendo inversiones extranjeras por aquí y por allá, presumiendo que Tesla llegó a Nuevo León, prometiendo que empresas como ésa llegarán a todo México y haciendo gala de la identidad regiomontana “entrona y jaladora”. Y si hay un lugar donde el neoliberalismo es hegemónico en México, ése es Nuevo León.