–Palomitas y otro doble–
En este proceso electoral, Adrián Rubalcava jugó mal sus cartas: primero, desdeñó el guiño que le hicieron desde hace dos años, sí leyó muy bien hace dos años la entonces regenta, Claudia Sheinbaum y Morena para que brincara al partido guinda; ahora, ya no tiene peso en la alianza y su declaración de que dejaba pausada su renuncia al PRI a nadie espantó, pero lo hizo perder la credibilidad, el respeto de propios y extraños y revolcó su dignidad en el fango.
Seguro el IPADE hará y dará una cátedra: "¿Cómo dilapidar todo su capital político en TRES días?".
Vínculos con la delincuencia
“Casualmente”, la trayectoria de Rubalcava ha estado relacionada con amenazas y bandas delictivas; una de ellas la de los Claudios, acusados de secuestrar a empresarios y uno de sus principales líderes, Héctor González, trabajó en su administración.
Además, los utilizó para presionar, amagar y hasta atacar a sus enemigos políticos; si no, pregúntenle al perredista Luis Cházaro, a cuyo grupo de seguidores mandó a golpear por osar pintar bardas en favor del Sol Azteca en calles de Cuajimalpa.
Pero no sólo son los integrantes de la banda de Los Claudios los que tuvieron una coartada perfecta al desempeñar un cargo en la alcaldía para poder delinquir con total impunidad.
Las autoridades de la CDMX y de la propia fiscalía capitalina lo investigaron por tener vínculos con presuntos delincuentes, como fue el caso de sus exfuncionarios Marcos Posadas y Leticia Vázquez, director de Recursos Naturales y coordinadora de Vía Pública, respectivamente, detenidos por elementos de la Secretaría de Marina por los delitos de narcomenudeo y secuestro.
Fue, entonces, la propia ex regenta Sheinbaum, quien en conferencia de prensa confirmó que los presuntos delincuentes eran funcionarios de Adrián Rubalcava. Más tarde la fiscal carnal, Ernestina Godoy, señaló que los dos detenidos estaban relacionados con la banda de “Los Canchola”, principales distribuidores de droga en las alcaldías Álvaro Obregón y Cuajimalpa.
De nueva cuenta, por casualidad, los dos sujetos están en libertad y en la gestión de Ernestina Godoy… piensa mal y acertarás.
Ah y cómo dejar de mencionar que pasó de ser Dragón (así él se decía, era su nombre clave de toda la vida) a un cohete cebado (porque dicen que la pólvora no prende en manos de tarugos).
Seguro alguna editorial sacará un best seller: De Dragón a nada. Aquí te enseñaremos los pasos que nunca debes de dar para perder la dignidad.
Todo lo anterior desnuda la personalidad y la forma de actuar en política de Adrián Rubalcava, un personaje que ha perdido el respeto de los partidos políticos y, principalmente, de los capitalinos.
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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.