Diagnóstico: la situación del sistema de salud en México
El panorama del sector público de salud en el país ha experimentado un declive en indicadores clave, tal como lo reflejan los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición en México (Ensanut) y la medición de la pobreza multidimensional realizada por el Coneval, entre otras.
Para 2022, el número de personas sin acceso a servicios de salud alcanzó los 50.3 millones, (equivalente al 39.1% de la población), mostrando un aumento del 151% (o 30.3 millones) en comparación con 2018. Este incremento se atribuye en gran medida a los diversos cambios estructurales en el sistema de salud, como la transición del Seguro Popular al Insabi y, más recientemente, al Órgano Público Descentralizado (OPD) IMSS-Bienestar. Paralelamente, incrementó la proporción de personas que buscan atención médica en servicios privados, incluso teniendo alguna afiliación a servicios de salud públicos, pasando de 46% en 2018 a casi 60% para 2022.
Esta tendencia ha resultado en un aumento en el gasto directo de las familias en salud, afectando desproporcionadamente a los segmentos más vulnerables de la población. El gasto promedio de los hogares en salud creció 31% en 2022 respecto a 2018, lo que obedece principalmente al uso de servicios de salud privados, así como a la compra de medicamentos. Cabe señalar que, en 2022, más de 15 millones de recetas no fueron surtidas de manera efectiva en instituciones de seguridad social.
Si bien el Coneval señala avances en la lucha contra la pobreza, en su mayoría atribuidos al aumento de los ingresos familiares, resulta crucial reconocer que estos logros se ven opacados cuando una porción significativa de ese ingreso adicional debe destinarse a cubrir gastos de salud.
Adicionalmente, otros indicadores reflejan preocupaciones sobre el bienestar de la población. Destaca la reducción de cuatro años en la esperanza de vida de los mexicanos, al pasar de 75 años a 71, seis años menos que el promedio de la OCDE, que es de 81 años.
Asimismo, a pesar de que en 2022 se registró una reducción en el número de defunciones en comparación con 2020 y 2021, esta cifra aún supera la tendencia de mortalidad previa a la pandemia. Un ejemplo es el aumento del 30% en la mortalidad materna. Aunado a ello, los programas de vacunación no han logrado alcanzar las metas óptimas para niños y adolescentes, dejando a este grupo poblacional en una situación de vulnerabilidad.
A pesar de los diversos retos de salud que enfrenta México, ésta no ha sido prioridad presupuestal para el gobierno actual, pues persiste una crónica baja inversión: entre 2010 y 2022, el país ha destinado entre el 2.5% y 2.9% de su PIB anual para salud. Esta inversión es baja en comparación con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sugiere asignar al menos el 6% del PIB a la salud.