Los rostros son muy conocidos, ya se han destapado Beatriz Paredes, Lilly Téllez, Gustavo de Hoyos, Jorge Luis Preciado, Alejandro Murat, Ildefonso Guajardo, Claudia Ruíz Masseiu, Juan Carlos Romero Hicks, Gabriel Quadri, Santiago Creel, Silviano Aureoles, José Ángel Gurría, Enrique de la Madrid y, por supuesto, Xóchitl Gálvez.
¡Cuánto ruido está haciendo la senadora hidalguense!
Gálvez se subió de pronto a un trampolín. Anhelando ser candidata a la Ciudad de México, fue presionada y encantada para convertirse, de la noche a la mañana, en la precandidata que -por lo menos en las redes sociales- ha despertado más ánimo dentro de una oposición que se ha visto por años deslucida, perdedora y representada por liderazgos repudiados, como los presidentes de partidos anteriormente mencionados.
“Pueblo”
Xóchitl tiene una carrera política muy basta, desde conocer la administración federal, en asuntos indígenas en la “Comisión de Desarrollo de los Pueblos Indígenas” (año 2000), así como “Directora General de la Comisión Nacional Para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas”, hasta crear una institución oficial para atender los casos de más del 10% de la población mexicana. Gálvez se ostenta orgullosa de ser parte de esa minoría que sigue sufriendo el azote de la miseria heredada.
Si usted quiere ver en persona a Xóchitl, tendrá que asistir a un partido del Cruz Azul. No es una aficionada, sino una empedernida devota del equipo que más ha sufrido durante las últimas décadas, por la cantidad de finales perdidas. De ahí el término “la cruzazuleaste”.
La senadora es un personaje divertido y desenfadado. Nunca ha tenido reparo por hablar las cosas sin tapujos. Dice manejar en bicicleta diariamente y que su esposo utiliza el servicio público para trasladarse a su trabajo. Que “les gusta ser del pueblo”.
Es una panista de hueso colorado, pero totalmente incongruente a los principios y valores del cristianismo humanista que pregonaban los fundadores de ese partido conservador.
Xóchitl se ha manifestado a favor del aborto, de los gays y lesbianas. Entusiasta en cuanto a la ideología de género y orgullosamente marxista.
La graciosa precandidata ya sabe qué es administrar un territorio complejo, como lo hizo en el 2015, cuando fue jefa delegacional de la Miguel Hidalgo y vio cómo, en 2018, el movimiento de López Obrador arrebataba tal dominio panista para entregarlo a Morena.
Desde entonces tomó muy personal el enfrentamiento con el actual presidente. Desde el Senado, le declaró la guerra a partir del día uno.
Sin duda Gálvez ha sido tenaz y terca en su ofensiva. El pasado 7 de junio ganó un amparo para que durante la trasmisión de la conferencia mañanera del presidente López Obrador, en el mismo horario y con características similares, pudiera aclarar la información falsa e inexacta difundida sobre su persona.
Ante ello, el presidente se opuso tajantemente. AMLO se ha reído de la situación e incluso, cuando Xóchitl ha asistido a las mañaneras, ha sido víctima de insultos y hasta golpes de morenistas en las puertas que le han cerrado en Palacio Nacional.