Urge un replanteamiento de las alianzas opositoras. Desde 2018 los liderazgos de los partidos de oposición nos han querido vender la idea del vaso medio lleno, pero la realidad es que desde la elección en la que Andrés Manuel triunfó el vaso cada vez está más vacío.
#ApuntesElectorales | El vaso medio vacío
Si observamos el mapa político de 2018, posterior a la elección, Morena apenas lograba llegar al gobierno en 4 entidades federativas (CDMX, Chiapas, Tabasco y Veracruz), 5 si consideramos Morelos, cuyo candidato fue impulsado por el PES. El PRI que perdía la presidencia de la República gobernaba en 11 estados, igual que el PAN y el PRD en 3. Los hoy integrantes de la coalición Va por México en conjunto eran gobierno en 25 entidades.
Cinco años después el panorama es radicalmente diferente. Morena y sus aliados gobiernan 23 entidades federativas, el PAN 5, el PRI 2 y el PRD ninguna. En cinco años los partidos que integran la coalición Va por México han perdido 18 gobiernos locales, los cuales han ganado Morena y aliados. Desde principios de la década de los 90´s no había un partido político que tuviera un dominio electoral tan grande como Morena, en ese entonces el PRI era el partido hegemónico.
Desde 2018 a la fecha se han renovado ya todas las gubernaturas del país, algunas dos veces, las derrotas han sido una tras otra, las oposiciones han ganado menos de una tercera parte de las elecciones, a pesar de eso en su discurso siempre pintan el vaso medio lleno, cuando la realidad es que se les está vaciando y lo grave es que ni siquiera pueden reconocerlo. Los números son evidentes y claros.
Estamos a un año de la elección de 2024 en la que habrá mucho en juego. La presidencia de la República es lo más visible, pero la acompañan el Congreso de la Unión (628 escaños legislativos entre senadurías y diputaciones), 9 gubernaturas (seis de Morena y sus aliados, que por primera vez buscarán renovarlas, y 3 de la oposición – dos del PAN y una de MC), además de congresos locales y ayuntamientos en prácticamente todos los estados.
El presidente y Morena ya han dicho que van por todo, además de la presidencia quieren mayoría calificada en el Congreso para poder cambiar la Constitución a placer, y desde luego no solo renovar los espacios que tienen a nivel local, también buscarán ampliarlos. Su fórmula ha sido usar todos los recursos a su alcance, descaradamente, desde la mañanera, las plataformas de gobierno, hasta adelantar los tiempos electorales a su conveniencia.
Mientras esto pasa, la coalición opositora sufre ceguera de taller, justifica sus resultados con argumentos falaces, culpan a terceros de sus derrotas y se victimizan sin reconocer sus fallos. Durante estos cinco años se han enfocado en administrar la debacle, actuar con tibieza frente al embate de Morena y sus aliados, a justificar sus excesos en el poder y las ausencias de sus liderazgos. El mensaje común se ha vuelto la unidad y la esperanza de triunfos que no han llegado.
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Gobernadores y gobernadoras han preferido pactar a dar la batalla electoralmente. Los líderes de los partidos perciben un contexto político diferente al de todos los demás, ellos ven derrotas que pudieron ser triunfos si las circunstancias no les jugaran en contra. Algunas dirigencias, por un lado, venden caro su lugar en la boleta electoral y, por otro, entregan el poder en los acuerdos políticos.
A la coalición opositora le urge objetividad para afrontar la realidad, reflexionar, analizar y tener una estrategia real rumbo a 2024; ya perdieron cinco años, no pueden desperdiciar ni un segundo más.
Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.