Se ha vuelto un lugar común decir que Yucatán es el estado más seguro del país.
Baste decir que, de acuerdo con la ENVIPE 2021, el 71.9% de la población yucateca dijo sentirse segura, cifra tres veces superior a la tasa acumulada de toda la República, de 22.5%.
Ahora bien, los buenos índices de seguridad en Yucatán no son una novedad. Son el resultado de un gran esfuerzo de sucesivos gobiernos como el de Ivonne Ortega, Rolando Zapata y Mauricio Vila y, sobre todo, de la ciudadanía. Incluso en los peores momentos del sexenio calderonista, mientras el país ardía en las llamas de la violencia, en Yucatán se presentó un gran frente gobierno-sociedad para mantener la seguridad. ¡Quihúboles!
Y todo SIN PATRULLAJES MILITARES y TODO CON EL EJÉRCITO EN SUS CUARTELES.
LA CLAVE ESTÁ EN LAS POLICÍAS LOCALES Y EN LA CONFIANZA Y COLABORACIÓN DE LA CIUDADANÍA.
Leído lo anterior, ¡mal, muy mal el voto de Ramírez Marín!
Su voto fue la moneda de cambio por… ¿una candidatura morenista? Lo veremos…
Pero tras las declaraciones de Vila, Ramírez Marín es el personaje de la semana.
Campeón de oratoria, al senador Jorge Carlos Ramírez Marín se le reconoce como un tribuno con una larga carrera en el Congreso de la Unión, sustentada en diputaciones plurinominales y su paso por el gobierno de Enrique Peña Nieto, primero como secretario de la Reforma Agraria y luego como titular de Sedatu, siendo una de las dos bajas inexplicables del gabinete peñista, junto con David López, de Comunicación Social.
Sin embargo, el aspecto bonachón del “gordito Marín”, como se le conoce en su natal Mérida, también tiene sus bemoles: nada más llegar al gabinete de Peña Nieto su nivel de vida cambió radicalmente, de vivir en una casa en un fraccionamiento de interés social a una residencia en el Club Campestre, y de rentar casa en la playa a ser el flamante propietario de enorme villa en las costas yucatecas, famosa por haber sido la casa de verano del artista internacional Armando Manzanero.