Entonces lo que procede es hacer a un lado cualquier tipo de razonamiento que se pueda entender como ataque personal, y pasar más bien a reflexionar sobre lo que implica la destrucción de los ideales con los que llegaron a la escalera democrática para que los receptores de programas sociales se den cuenta que tales entregas no provienen de la voluntad del gobernante en turno, y que por el contrario los nulos y nocivos resultados en todos los rubros de gobierno sí les son atribuibles. En ese terreno entonces toca hacer una propuesta de gobierno que es lo que genera el contraste para decir y convencer que al criticar al gobierno actual no se hace en base a una simple referencia adversa de su desempeño o titulares, sino que en su lugar se presenta una alternativa real y palpable de un país en que, con los pies en la tierra, sí se puede lograr contar con una propuesta de un México en el que cabemos todos y se pueden lograr los tan anhelados avances de igualdades y libertades que a todos nos corresponden.
De hecho, correspondió a Unid@s realizar la presentación del programa “México: Que Nadie Se Quede Atrás”, en el que con responsabilidad democrática, social, presupuestal y programática, se ponen a la vista de todos los habitantes de este país las principales acciones y rubros que nos pueden permitir llegar a las condiciones en el que todos nos podamos beneficiar y ser solidarios con los que tradicionalmente han estado más abandonados y desprotegidos. Eso se tiene que acabar a partir de tareas de gobierno y políticas públicas trans-sexenales que no dependan de los caprichos, ocurrencias y limitaciones de los gobernantes en turno.
Por ello es que es tan importante contar con un programa de largo aliento y alcances, mismo que daría las bases operativas y de diseño de un gobierno de coalición en el que todas las fuerzas políticas que quieran participar en la redefinición nacional tienen espacio en la medida en que se comprometan frente al pueblo con los diagnósticos, objetivos y pasos de ejecución respectivos. Dicho pacto político-ciudadano fraguaría a la par de la designación de la candidatura única presidencial, un gabinete federal de apoyo pleno, y sendos participantes de gran relieve y competitividad para los principales puestos de elección popular, todos ellos seleccionados en base a un método abierto en que el pueblo tiene mano y podrá inclinar la balanza para lograr la mayor afinidad y legitimidad posible.
Volviendo, entonces, al tema de origen, señalemos puntualmente que el gobierno actual tiene previsto el preservarse en los siguientes procesos electorales sin empacho de recurrir a obscenos pactos con la delincuencia organizada, militarización sin límites, y uso indiscriminado de recursos públicos. Pero como sus cartas están echadas y pretenden ser maquiavélicos en ese sentido, también lo es que los amplios sectores populares que no comparten tales fines han despertado y lograrán detenerlos en seco en base a una simple pero letal fórmula: participación electoral amplia.
Y es que con una votación copiosa ni el actual gobierno con todas sus mañas y personas podrían revertir la decisión popular de echarlos. Por eso es tan importante la defensa del INE y de las libertades democráticas, porque solamente así se podrán asegurar que los votos los sigamos contando los ciudadanos y no los partidos, particularmente los que están en el poder.
Así es que ya sabemos, o los paramos en seco o pagamos un altísimo costo de perder al país, potencialmente por décadas. Afortunadamente, ya despertamos y no hay forma en que a pesar de tener todos los medios a su alcance logren sus fines. Aquí en México Maquiavelo no aplica. El pueblo define y ya definió que no le interesa seguir con el actual experimento abusivo, desolador, destructivo y desgarrador que supone Morena y sus aliados. Así como llegaron se irán muy pronto.
Esperemos que el efecto sea con carácter permanente, por ejemplo, al constatar en lo federal y en los muchos gobiernos estatales que tienen bajo su poder, que quede claro que dado el hartazgo de sus nulos resultados y altísima corrupción, ignorancia e incompetencia, han logrado desacreditarse bajo la efímera expectativa de un cambio que nunca llegó, y nunca llegará. Su tiempo se acabó.
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Notas del editor:
Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.