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#ColumnaInvitada | El desafío de la educación

Es necesario elevar el nivel académico en el país, tanto de las instituciones públicas como las privadas; para ello, se necesita el incremento dramático de la inversión en educación.
dom 26 marzo 2023 11:45 AM
La entidades mejor calificadas fueron el Distrito Federal, Jalisco y Nuevo León. (Foto: Archivo)
Se requiere transformar el modelo educativo.

El México posrevolucionario partió de la premisa, muy en boga a nivel mundial en la década de los 30s del siglo pasado, de que la educación y la salud –los principales baluartes del bienestar– deberían ser impartidos en la mayoría de los casos por el Estado.

Hay que ser claros que este ideal estatista nunca se cumplió en México, pues, sobre todo a partir del alemanismo, se le comenzaron a brindar oportunidades de participación a la iniciativa privada. El alemanismo corrigió algunos de los excesos socialistas del modelo cardenista.

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A partir de entonces, se comenzó a formar un modelo dual de atención educativa y de salud. En lo que se refiere a la educación, en el nivel básico (primaria y secundaria), esta fue prácticamente monopolizada por el Estado, aunque siempre hubo opciones educativas no gubernamentales, para quienes quisieran o pudieran educar a sus hijos e hijas en escuelas privadas.

Es en el nivel pre-universitario y universitario donde la acción de los particulares ha encontrado un mejor acomodo en México. En cuanto a calidad, el cosmos de universidades y escuelas privadas se puede dividir en tres categorías: 1) las de alta calidad, incluso a nivel competitivo global, 2) las de mediana calidad y 3) las que no cumplen con los estándares mínimos para el aprendizaje.

Del lado de las universidades públicas, la taxonomía es similar: existen colegios de élite junto con universidades de masas como la UNAM, donde hay islas de extraordinario rendimiento académico. El Presidente, López Obrador, ha agregado otra dimensión: universidades sólo de nombre, donde no hay prácticamente ningún criterio de calidad y la evaluación es inexistente.

Ante esta realidad, lo primero que hay que buscar es elevar el nivel académico, tanto de las instituciones públicas como las privadas. Para ello, se necesitan al menos dos cosas: primero, una reconsideración del paradigma educativo mexicano y, segundo, el incremento dramático de la inversión en educación.

El objetivo debería ser elevar el nivel académico a todo lo ancho y largo del sistema educativo, tanto en escuelas privadas como públicas.

Un camino a explorar consistiría en crear un sistema de financiamiento a estudiantes de ambos sistemas (público y privado) para que ellos elijan la institución educativa donde mejor les convenga estudiar. En este sentido, existen varias experiencias. Un ejemplo de ello sería establecer un sistema de "vouchers", como se ha puesto en práctica en algunos Estados de la Unión Americana, que han probado tener éxito ya que los estudiantes que recurren a los mismos en el nivel básico (primaria y secundaria) y pre-universitario, tienen una mayor probabilidad de acceder a una universidad. La idea es otorgar ayuda financiera a alumnos que quieran estudiar en escuelas privadas de buena calidad, desde la primaria hasta el nivel post-universitario.

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Otros modelos de los que se pueden extraer diversas enseñanzas son los de Colombia, Chile, Suecia, Francia, Bélgica, Pakistán o Hong Kong. Todos estos gobiernos han llegado a la conclusión de que el subsidio estatal a la educación pública no es suficiente para tener un sistema educativo eficiente, ilustrado, moderno y humanista. Esto es así, al menos por dos razones: primero, porque la creatividad y la innovación humana no son monopolio de los Estados y, segundo, porque hemos aprendido que los Estados incurren en déficit fiscales si son los únicos que invierten en educación.

Aún tomando en cuenta estas dos salvaguardas, el gasto público en educación debería elevarse de manera dramática. Pero esto debe hacerse de forma inteligente y con la contribución de la iniciativa privada. La transformación de la educación en México es fundamental, pues de ahí se derivarán otras mutaciones en materia económica, de seguridad y de convivencia pacífica. La transformación hacia una educación de calidad es nuestro "Ábrete Sesamo". Si cambia esto, cambia México, para bien.

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El autor es abogado y presidente del Consejo Nacional de Litigio Estratégico, A.C.

Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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