Amén de que la CNDH no tiene facultades para presentar iniciativas legislativas, la justificación de la reforma carece de sustento y, si llega a aprobarse, sus efectos serían desastrosos.
En primer lugar, la fundamentación de la iniciativa como respuesta a las demandas de las víctimas es falsa: desde que Rosario Piedra asumió la presidencia de la Comisión, la institución se ha alejado de las víctimas y de las organizaciones defensoras de derechos humanos.
En el pasado, los colectivos de víctimas y las organizaciones defensoras de derechos humanos no siempre estuvieron de acuerdo con las actuaciones de la Comisión y en más de una ocasión acusaron a la CNDH de recibirlos, escucharlos y darles por su lado, para posteriormente incumplir sus promesas y sucumbir ante las presiones políticas. Sin embargo, desde hace lustros, la comunidad defensora de derechos humanos ha reconocido la apertura y la interlocución fluida con la Comisión.
Organizaciones importantes, como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (mejor conocido como Centro ProDH, quizá la organización más cercana a las víctimas de violaciones graves a los derechos humanos) y Amnistía Internacional, han manifestado su preocupación por la iniciativa y han declarado que las exigencias de las víctimas, en general, van en el sentido de extender la autonomía de la CNDH y empoderarla, no en el sentido de los cambios propuestos.
Además, cabe recordar que, en 2020, las oficinas de la CNDH pasaron semanas tomadas por colectivos feministas que protestaban por la indolencia de la Comisión frente a sus demandas y, ese mismo año, familiares de víctimas exigieron a la Secretaría de Gobernación la renuncia de Rosario Piedra. Además, en diversas tribunas, Piedra ha defendido la militarización de la seguridad pública, lo que también ha causado indignación en los colectivos defensores de derechos humanos. La ocasión más reciente fue en su comparecencia frente al Senado en diciembre de 2022, cuando declaró:
“La realidad muestra que la estrategia de seguridad (del gobierno federal) está produciendo resultados, que las violaciones a derechos humanos se están reduciendo. (…) Tanto el Ejército como la Marina y la Guardia Nacional muestran una baja importante en su involucramiento en eventos violatorios y la pretendida crisis inmanejable sólo existe en un discurso (opositor) con sesgo partidista que busca beneficios electorales”.
En resumen, si ha habido una presidencia de la CNDH alejada de las víctimas, ésa es la de Rosario Piedra.
La argumentación de la iniciativa también es mentirosa en cuanto a la supuesta necesidad de sustituir a la Comisión por la Defensoría del Pueblo y elegir a sus funcionarios principales mediante un mecanismo de participación ciudadana, para así alejarla de su vinculación con el Poder Ejecutivo y los partidos políticos.