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La ultraderecha en México

Si bien sus alcances son limitados, la función de la CPAC es articular a las derechas radicales de todo el mundo en torno a las mismas agendas, las mismas preocupaciones y las mismas ideas.
mié 23 noviembre 2022 06:01 AM
La ultraderecha en México
El político y abogado brasileño Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente brasileño Jair Bolsonaro, durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en la Ciudad de México, el pasado 18 de noviembre de 2022.

Hace unos días, se celebró una reunión de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en México. La CPAC es un foro internacional que reúne a líderes y asociaciones de ultraderecha de todo el mundo. Se fundó en los años setenta para combatir la posible expansión del socialismo en el mundo occidental y, actualmente, sigue operando bajo esa lógica pese a que la Guerra Fría terminó hace tres décadas.

En la reunión de la CPAC participaron (de manera virtual o presencial) conferencistas como Eduardo Bolsonaro, hijo del todavía presidente de Brasil; Ramfis Domínguez-Trujillo, nieto del dictador de República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo; Steve Bannon, asesor de Donald Trump y difusor de teorías de la conspiración; Ted Cruz, senador estadounidense del Partido Republicano, que defiende una agenda ultraconservadora; Santiago Abascal, líder del partido Vox, heredero del franquismo en España; José Antonio Kast, excandidato presidencial de Chile, entre muchos otros.

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Según crónicas periodísticas, hubo tres hilos conductores en las distintas intervenciones:
1) la idea de que una ola de gobiernos socialistas inunda el continente americano y es necesario que la derecha se una para frenarla;
2) una férrea defensa de la vida desde la concepción, la familia tradicional y los valores del cristianismo, y
3) el convencimiento de que la mayoría de partidos de derecha son blandengues y no representan al conservadurismo, por lo que es necesario que endurezcan sus posiciones. En suma, los integrantes de la CPAC coinciden en que estamos frente a una crisis moral, política y social: en una palabra, civilizatoria.

El fundador de la asociación Viva México, Eduardo Verástegui, fungió como anfitrión del evento. En su discurso declaró: “Nosotros somos la verdadera derecha. Y aunque hay quienes dicen que también lo son, en realidad son lobos disfrazados de ovejas. Los conservadores somos la verdadera derecha, y nunca vamos a negociar con quienes no defiendan a la familia y la vida antes de la concepción. (…) De nosotros, para allá, todo está a la izquierda”.

Si bien sus alcances son limitados, la función de la CPAC es articular a las derechas radicales de todo el mundo en torno a las mismas agendas, las mismas preocupaciones y las mismas ideas. Sería un error sobredimensionar el poder de este foro para cohesionar a las derechas, pero sería una equivocación igualmente grave pensar que la reunión en México fue un evento insignificante.

Desde una perspectiva internacional, la reunión fue importante porque mostró el nivel de la crisis civilizatoria que las derechas duras perciben. Ven a una sociedad cada vez más decadente, corrompida y desviada de los valores cristianos. Piensan que su libertad religiosa está bajo asedio. Consideran que el comunismo ha encontrado una vía para capturar a las instituciones democráticas y hacerse del poder. Creen que hay muy pocos políticos listos para enfrentar esta realidad. Se sienten indefensos.

En resumen, la CPAC demostró el grado de radicalización que están alcanzando distintas manifestaciones del conservadurismo. Como se ha visto en distintos momentos históricos, cuando una corriente política o un movimiento social percibe niveles tan altos de decadencia social y asume que está frente a una amenaza existencial, entonces se decide a tomar acciones extremas para combatir los peligros reales o inventados y, así, restablecer el orden. El trumpismo en Estados Unidos y el bolsonarismo en Brasil, con sus respectivas negativas a reconocer los resultados electorales, son ejemplos ilustrativos.

En el ámbito interno, la CPAC tampoco fue un evento trivial. De acuerdo con crónicas periodísticas, se observó fuerte presencia de elementos de distintas corrientes de la Iglesia Católica en el evento y hubo una misa de inauguración.

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No se puede hablar de que la Iglesia mexicana esté abrazando el ultraconservadurismo, pero resulta preocupante la confluencia de tres factores:
1) los desafíos constantes de López Obrador a la población católica de clase media (y en ocasiones incluso a la propia Iglesia);
2) el reciente aumento en el involucramiento político de la Conferencia del Episcopado Mexicano (que incluso convocó a la marcha en defensa del INE), y
3) el descontento de sectores sociales de centro-derecha frente al gobierno obradorista.

Y digo que es preocupante porque ahí están los elementos para que una opción de derecha dura se haga competitiva electoralmente en México, mediante la apelación al catolicismo, al miedo y al enojo de las personas (principalmente de clase media), y con el respaldo político (ya velado, ya explícito) de la Iglesia (o al menos de sectores importantes del Episcopado).

En mi opinión, Lilly Téllez ya ha empezado a recorrer este camino y hay otras figuras potenciales para encabezar una alternativa ultraconservadora. Los virajes hacia la extrema derecha suelen ser graduales, no de un golpe. Hoy, se ve poco viable en México el ascenso de la ultraderecha; mañana, quién sabe.

Nota del autor: Si se quieren revisar más fragmentos de discursos y una crónica bien lograda del evento, recomiendo revisar el texto de Alejandro Ruiz en Pie de Página .
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Nota del editor: Jacques Coste (Twitter: @jacquescoste94) es historiador y autor del libro ‘Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica’, que se publicó en enero de 2022, bajo el sello editorial del Instituto Mora y Tirant Lo Blanch. También realiza actividades de consultoría en materia de análisis político. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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