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La lucha por el poder en Morena

¿Los personajes cercanos al presidente son “duros” y “moderados” en qué sentido? Pareciera que estos términos tienen que ver con una cuestión ideológica.
mié 12 octubre 2022 11:59 PM
morena eleccion interna politica y otros datos
Si existiera la lucha entre duros y moderados, al menos se estarían debatiendo ideas, agendas, políticas, programas. En la disputa política que tenemos en realidad sólo se discuten plazas, candidaturas, puestos, presupuestos y ambiciones pueriles, señala Jacques Coste.

Muchos analistas interpretaron la renuncia de Clouthier y el nombramiento de Raquel Buenrostro al frente de la Secretaría de Economía como una victoria de los “duros” sobre los “moderados” en el gabinete. Después de cuatro años de gobierno de López Obrador, creo que deberíamos dejar de usar estas categorías para encasillar a los distintos miembros de la coalición oficialista.

¿Los personajes cercanos al presidente son “duros” y “moderados” en qué sentido? Pareciera que estos términos tienen que ver con una cuestión ideológica. Los duros serían aquellos con firmes convicciones de izquierda y se caracterizarían por un pensamiento radical y una conducta intransigente. Los moderados serían quienes cuentan con cierta formación de izquierda, pero son más flexibles y pragmáticos.

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En ese caso, no hace sentido llamarles así, pues eso significaría asumir que López Obrador defiende un programa ideológico de izquierda radical. Esto está muy lejos de la realidad. Una ideología es un cuerpo de ideas consistentes entre sí. El presidente carece de tal cosa: más allá de la soberanía energética, cierta conciencia histórica nacionalista, una predilección por lo popular y un moralismo ramplón, el mandatario no enarbola programa ideológico alguno.

Basta con leer los libros que ha publicado para darse cuenta de ello. Cita a diestra y siniestra a autores sin consistencia alguna: José Martí, el Antiguo Testamento, Julio Scherer García, Ricardo Flores Magón, el Papa Francisco, Aristóteles, Silvio Rodríguez, Engels, Maquiavelo, Alfonso Reyes…

Además, el presidente ha sido, por decir lo menos, flexible en sus convicciones contra el neoliberalismo, el influyentismo y aquello de “separar el poder político del poder económico”. Muestras de ello son los recortes presupuestarios a instituciones clave para la construcción de un Estado de bienestar, así como su buena relación con Carlos Slim y otros oligarcas mexicanos.

Por otra parte, dividir a la coalición oficialista entre duros y moderados tampoco abona al análisis de nuestra realidad política en un sentido más pragmático. Ambas categorías hacen referencia a una agrupación. De tal forma que los duros serían un grupo político articulado, con capacidad de acción colectiva y cierto espíritu de cuerpo, y los moderados serían otra unidad con las mismas características.

Ninguno de los dos supuestos grupos tiene esas características. Por ejemplo, según se sabe, había tensiones y grillas entre Tatiana Clouthier y Marcelo Ebrard, pese a que ambos eran considerados parte del ala moderada del gabinete. Asimismo, el año pasado, en las elecciones de 2021, los choques entre los dos precandidatos más fuertes a la gubernatura de Guerrero, Félix Salgado Macedonio y Pablo Amílcar Sandoval, alcanzaron dimensiones insospechadas, aunque ambos eran parte del supuesto bloque duro de Morena.

Así las cosas, lo que hay dentro de la coalición oficialista no es una pugna entre duros y moderados, sino una lucha descarnada por el poder, marcada por la abyección, la zalamería, el nepotismo y la falta de escrúpulos.

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En esta disputa no cuenta lo ideológico ni lo programático, sino el estar cerca del presidente en términos políticos —esto es, “portarse bien” y cumplir con sus “encargos”— al tiempo de aprovechar los espacios políticos que están fuera de las prioridades de López Obrador para desde ahí impulsar una agenda propia.

Marcelo Ebrard es el ejemplo perfecto. Se supone que es parte de los moderados del gabinete. Sin embargo, quizá nadie ha mostrado una lealtad más férrea y una voluntad más firme que él para cumplir todas las instrucciones del presidente, por menos decorosas que sean, incluso a costa de perder su propio prestigio. No obstante, al mismo tiempo, el canciller aprovecha la reducida autonomía y el escaso margen de maniobra que tiene para impulsar su agenda personal (y su propia candidatura presidencial).

Otro elemento que contradice la percepción de que los duros están ganando terreno sobre los moderados en el partido y el gobierno es el reciente proceso de selección del Consejo Nacional de Morena. Quedaron marginados diversos liderazgos históricos de izquierda y, en su lugar, resultaron elegidos varios personajes con una trayectoria política cuestionable, como caciques regionales y amigos de los gobernadores oficialistas.

Ni siquiera necesariamente el ala dura ha ganado terreno en el momento de ejercer el poder. Por ejemplo, la Unidad de Inteligencia Financiera fue mucho más activa y estridente bajo la conducción de Santiago Nieto (presumiblemente, un moderado), que ahora que la encabeza Pablo Gómez (supuestamente, un duro).

Si existiera la lucha entre duros y moderados, al menos se estarían debatiendo ideas, agendas, políticas, programas. En la disputa política que tenemos en realidad sólo se discuten plazas, candidaturas, puestos, presupuestos y ambiciones pueriles.

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Nota del editor: Jacques Coste (Twitter: @jacquescoste94) es historiador y autor del libro ‘Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica’, que se publicó en enero de 2022, bajo el sello editorial del Instituto Mora y Tirant Lo Blanch. También realiza actividades de consultoría en materia de análisis político. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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