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#ZonaLibre | Reforma electoral, ¿circo, maroma y teatro?

La propuesta de López Obrador supone que dividirá fuertemente el debate en la Cámara de Diputados, pues prácticamente cada partido político tiene iniciativas totalmente contrarias.
mié 26 octubre 2022 11:59 PM
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El escenario que plantea AMLO suena tan radical como complicado para que sea votado en su mayoría. Sería un cambio de raíz del modelo de organización electoral del país, que desde 1977 se ha buscado perfeccionar, señala Caleb Ordóñez.

Vaya que es costosa. La democracia mexicana está entre las más dispendiosas a nivel mundial. Solo para las elecciones intermedias del 2021, el INE aprobó más de 26,819 millones de pesos (mdp) de presupuesto, un incremento del más del 30% del autorizado para las elecciones intermedias del 2015 (el presupuesto de ese año fue de 18,572 mdp) y 10.5% más que el presupuesto autorizado para la elección presidencial del 2018.

Cada año el Congreso de México suele sorprender a los ciudadanos con las cantidades abismales de dinero que se aprueban con recursos públicos, para buscar fortalecer elecciones que suelen ser poco atendidas por los votantes.

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El padrón actual de votantes supera los 93 millones. Sin embargo, la baja participación le cuesta demasiado dinero al país. Cada voto realizado en 2021 fue de casi 300 pesos.

Desde que llegó al poder, el presidente López Obrador ha sido un férreo crítico del Instituto Nacional Electoral. Prácticamente lo ha acusado de ser el culpable de que nuestras elecciones sean tan costosas, denunciando un mal manejo presupuestal y una excesiva carga de prerrogativas a los partidos políticos.

La tensión entre el gobierno federal y el INE ha ido creciendo fuertemente, lo que ha provocado que el instituto busque explicar a los ciudadanos de forma detallada en qué gasta cada peso. Defiende que ha ahorrado dinero al gastar menos en oficinas centrales y que una parte esencial de ese gasto ha ido a las oficinas distritales. Y los rubros que han crecido son los de fiscalización, actualización del padrón electoral, vinculación con los organismos públicos locales electorales (OPLEs) y organización de procesos electorales locales.

Esto se debe a que las reformas electorales que han sucedido después de cada elección federal han adicionado nuevas tareas al INE; en particular, asumir la organización de las elecciones locales. Pero incluso con estos incrementos, el gasto electoral está concentrado en la actualización del padrón electoral y la expedición de credenciales de elector, que representa más del 30% de su presupuesto anual.

Conozcamos el nuevo debate nacional, pues estará centrado en la reforma electoral que ha enviado AMLO a la Cámara de Diputados. El presidente busca implantar varios puntos y modificar la estructura electoral vigente, entre ellos:
- Eliminar el financiamiento público ordinario a los partidos políticos.
- Desaparecer al Instituto Nacional Electoral (INE) y crear, en su lugar, el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC), como único órgano nacional encargado de organizar elecciones.
- Elección, mediante voto popular, de consejeros y magistrados electorales.
- Disminuir -drásticamente- el financiamiento público a los partidos políticos y eliminar las 200 diputaciones federales y 32 senadurías plurinominales o de representación proporcional.

La propuesta de López Obrador supone que dividirá fuertemente el debate en la Cámara de Diputados, pues prácticamente cada partido político -aliados al presidente y de oposición- tiene iniciativas totalmente contrarias, que van desde dar más presupuesto al INE e implementar el voto electrónico, hasta implementar la segunda vuelta electoral, entre muchas otras.

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El escenario que plantea AMLO suena tan radical como complicado para que sea votado en su mayoría. Sería un cambio de raíz del modelo de organización electoral del país, que desde 1977 se ha buscado perfeccionar.

El modelo de “doblar” al PRI en el Congreso de la Unión fue un éxito para la llamada 4T, por lo que buscará afanosamente volver a aliarlo para conseguir una reforma que es fuertemente electorera. El ciudadano ya ha votado anteriormente por candidatos que prometían cambios en la función electoral, específicamente en el tema del dinero y la repartición de prerrogativas, promesa que aún tiene incumplida el mismo López Obrador y sus candidatos, desde el 2018.

El momento histórico tiene una nueva oportunidad a la llamada 4T para seguir despedazando a la oposición, que sigue en pleno río vuelto y en una división que parece no sanará.

Esta nueva controversia presupone un nuevo circo político. Deberán ser solamente los expertos en la materia electoral quienes expongan si la reforma conviene para abonar a una joven y trastocada democracia que, aunque costosa, debe seguir el mejor camino hacia la madurez que requiere un país tan grande como el nuestro.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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