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#ZonaLibre | La lección de Brasil

El ejemplo de la jornada electoral brasileña le da una bocanada de oxígeno a la atribulada oposición mexicana.
mié 05 octubre 2022 06:02 AM
Combinación de fotos del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el expresidente brasileño, Luiz Inácio Da Silva.
"El balotaje promete ser una disputa feroz", dijo a la agencia AFP Paulo Calmon, politólogo de la Universidad de Brasilia. "Será una campaña agresiva y de bajo nivel".

La estrategia política es una de las ciencias más apasionantes y hasta divertidas que han existido en la historia moderna de la humanidad. Números que son sumados por el ánimo, la voluntad, propuesta e imagen de los productos que se presentan a unos comicios llamados candidatos, que se convierten en personajes reinventados por profesionales.

En nuestros días, los algoritmos digitales son esenciales para la “venta” de estos personajes que buscan ganar una elección. Desde la creación del internet 2.0, donde los blogs tomaron la más grande relevancia, la democracia electoral sufrió un impacto determinante.

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Finalmente, las redes sociales son millones de mini-blogs donde desde nuestra plataforma buscamos mostrar la vida diaria, nuestra forma de pensar o de participar de manera vigente en el vertiginoso mundo de la era digital.

Cada recurso multimedia, cada palabra que escribimos, en cualquiera de los dispositivos, se convierten en millones de números que los expertos llaman “Big data”. Un sistema de un altísimo número de datos, tanto estructurados como no estructurados, que utilizan las mega empresas tecnológicas para conocer a fondo tus propios intereses.

Esos números pueden conocer tus gustos, estado de ánimo, aficiones deportivas o religiosas, preferencias de vestir, entre cientos de etcéteras, incluidas tus posturas políticas.

El pasado domingo 2 de octubre se realizaron las elecciones generales presidenciales en Brasil, el país más grande de América Latina.

El modelo que utilizan los brasileños para elegir a su presidente tiene una simple característica: el candidato que logre más del 50% de los votos es inmediatamente ganador absoluto. De no alcanzar ese número, tendrá que ir a una segunda votación; los dos candidatos punteros se volverán a enfrentar y el que gane, sin importar el número de sufragios, será el próximo presidente.

Durante años, el expresidente socialista Luiz Inácio Lula Da Silva había estado por encima de todas las encuestas. Entre más se acercaba la elección, los números le daban hasta 57% de apoyo, muy por encima del 34% o 37% que tenía el actual presidente, de extrema derecha, Jair Bolsonaro, según los sondeos profesionales.

El pasado domingo los izquierdistas daban como un hecho que Lula lograría rebasar “sin problemas” la franja del 50%, pero todo se derrumbó cuando el candidato del Partido del Trabajo alcanzó el 48.4%, mientras que Bolsonaro sorprendió a todos con un 43.2%. Se volverán a ver las caras el próximo 30 de octubre, en un round final.

El partido Liberal de Bolsonaro no solo consiguió oxígeno, también ganó la mayoría de las gubernaturas, la Cámara de diputados y el Senado.

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Una extraña elección

Podríamos analizar cientos de aristas que ocurren en ese país y hacer de este artículo un interminable ensayo de miles y miles de palabras. Sin embargo, quizá el tema más interesante es la polarización que se vive en la sociedad brasileña.

Temas verdaderamente divisionales han creado un ambiente sumamente tenso. Temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, e incluso Dios, son tópicos que tienen los ánimos hasta la histeria.

Las encuestas han fracasado totalmente, una situación que cada vez es más común a nivel global. Los conservadores brasileños se han agrupado para demostrar que tienen temor a los regímenes pro socialistas que vivieron en el pasado. Son millones de evangélicos y católicos que han encontrado en Jair Bolsonaro un líder que represente sus ideas provida y su concepto de familia.

Y es que Brasil es el país que tiene la mayoría de católicos y evangélicos del mundo. Ante la coyuntura política, estas dos religiones han dejado sus diferencias para unirse en torno al proyecto del partido Liberal y hoy tienen al izquierdismo en las cuerdas.

Increíblemente, el “momentum” es de la extrema derecha en un país históricamente progresista. Más de 30 millones de personas no votaron y prefirieron quedarse en casa. ¿La razón? Pudiera ser la terrible estrategia de Lula de autoproclamarse próximo presidente de forma sencilla y dejar confiados a sus seguidores. O bien, un gran número de simpatizantes de Bolsonaro que no le veían ningún tipo de posibilidad se rindieron antes de tiempo.

La moneda está en el aire y parten ambos candidatos en una especie de empate técnico, donde tendrán que hacer hasta lo imposible por generar, en menos de un mes, las alianzas suficientes para llegar a la que podría ser la elección más reñida de la historia en el país de la samba y el buen futbol.

¿Qué lección le da a México dicho escenario?

Pase lo que pase el próximo 30 de octubre, el ejemplo de la jornada electoral brasileña le da una bocanada de oxígeno a la atribulada oposición mexicana. A pesar de que las encuestas suelen colocar al morenismo siempre en primer lugar rumbo al 2024, se ha demostrado que ni el Big Data, puede manipular que la persona tome una decisión cuando está a punto de marcar una boleta.

La derecha latinoamericana suele ser más silenciosa que en otros lugares del mundo. También existe un rechazo de millones de personas por el régimen izquierdista, mucho más en un país que muchos especialistas internacionales consideran conservador, como lo es México.

Dentro de Morena, el bache en el que cayó Lula también debe ser analizado de una manera profunda. Si la próxima candidata a la presidencia fuera Claudia Sheinbaum, la gobernante estaría jugando con fuego al radicalizarse y autopromoverse como la candidata del “dedazo presidencial”.

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La polarización que vive nuestro país va llevando al elector a buscar un perfil más neutral, que no genere el rechazo profundo a la ideología; una estrategia que parece representar Marcelo Ebrard y que ha logrado, sea visto con buenos ojos incluso por prianistas y emecistas.

Una nueva era izquierdista tiene el control de la mayoría de los países en América Latina, todos los presidentes, incluido López Obrador, esperan el triunfo de Lula, vaya, hasta el presidente de Estados Unidos tiene esa ilusión. Pero en la nueva etapa democrática que se vive en el mundo, nadie puede predecir cómo actuará el electorado, ni la propia ciencia.

México tiene que estar atento a este tipo de fenómenos, pues el votante cada día es más asertivo y no se deja llevar por las múltiples promesas fallidas, que no vota por lo que digan los pronósticos. Hoy la rebeldía electoral es una realidad que nos mostró las elecciones generales de Brasil.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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