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#ColumnaInvitada | Parlamentarios y derechos humanos: historias que olvidamos

Ser representante popular significa defender la vida, libertades y demandas de la gente que te elige, y en cada país esa vocación implica distintos riesgos.
mié 20 julio 2022 05:59 AM
Parlamentarios y derechos humanos
Frente a la grave crisis de confianza en la democracia y en las instituciones, resulta indispensable reconocer el trabajo de las y los buenos representantes, exigir cuentas y resultados, señala Gabriela Cuevas.

El 30 de junio de 1889 se fundó la Unión Interparlamentaria (UIP), que es la organización global que aglutina a los parlamentos nacionales de 179 países. La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas decidió que en esa misma fecha se celebre el Día Internacional del Parlamentarismo.

Esta conmemoración es uno de los logros más significativos de mi presidencia al frente de la UIP cuando logramos llevar esta propuesta a una resolución con el apoyo y trabajo de la Misión de México en la ONU, y la aprobación de decenas de países que se sumaron.

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Las razones para impulsar y lograr que el planeta entero tenga un día internacional dedicado al parlamentarismo son importantes: la naturaleza del trabajo parlamentario implica diálogo para prevenir conflictos y lograr los acuerdos que nos permitan vivir en comunidad, el parlamentarismo tiene el vivo espíritu de la representación popular, son la voz de los pueblos y uno de los pilares del modelo democrático.

Aún hay mucho por hacer para tener parlamentos verdaderamente incluyentes y representativos, pero en muchos países existen historias de parlamentarios que han luchado por la democracia y los derechos humanos que son importantes recordar y conmemorar.

La imagen que tenemos sobre los legisladores generalmente no es favorable, en muchas ocasiones los diputados son mal evaluados, poco confiables e ineficientes, y a veces se caracterizan por el dispendio o su desafortunado comportamiento. Sin embargo, no todos los legisladores y legisladoras son motivo de desconfianza y enojo.

La UIP es la única organización en el mundo que defiende los derechos humanos de los parlamentarios a través de un Comité - creado desde 1976 - que es responsable de analizar, investigar, dar seguimiento y defender a los parlamentarios. Una vez que este Comité delibera, y adopta sus decisiones, se someten al Consejo Directivo de la organización (con presencia de todos los 179 parlamentos miembro) y se hacen del dominio público.

La UIP analiza 685 denuncias en todo el mundo. La región que presenta el mayor número de denuncias sobre violaciones a derechos humanos es América Latina, seguido por Asia (116), Medio Oriente y norte de África (27) y África (2). Los países con el mayor número de denuncias son Venezuela (140), Yemen (118), Turquía (67), Myanmar (62), Cambodia (57), RPD de Corea (40), Colombia (31), Túnez (27) e Israel (25).

La mayor parte de los casos son denuncias sobre suspensión o revocación del mandato parlamentario, violaciones a la libertad de expresión, amenazas o actos de intimidación, y violaciones al debido proceso. Sin embargo, existen también casos de encarcelamiento de líderes de oposición, secuestro y hasta asesinatos de parlamentarios, así como denuncias de violencia de género.

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Ser representante popular significa defender la vida, libertades y demandas de la gente que te elige, y en cada país esa vocación implica distintos riesgos. Durante mi presidencia al frente de la UIP escuché testimonios desgarradores, desde la muerte de un parlamentario por la caída de un balcón en Mongolia, las persecuciones políticas y amenazas en contra de la oposición en Venezuela, las denuncias de legisladores en Israel y Palestina, el trauma de parlamentarias que sufrieron graves ataques, hasta la positiva organización de misiones de investigación y diálogo en Turquía y otros países.

Frente a la grave crisis de confianza en la democracia y en las instituciones, resulta indispensable reconocer el trabajo de las y los buenos representantes, exigir cuentas y resultados, y buscar los mecanismos que nos permitan tener una democracia más incluyente y transparente.

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Nota del editor: La autora ha sido diputada federal, fue presidenta de la Unión Interparlamentaria.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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