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#ColumnaInvitada | Urge una política exterior de Estado

México puede convertirse en una voz valiente, debe ser un liderazgo serio que encabece diálogos y soluciones en un mundo que todos los días convulsiona.
jue 31 marzo 2022 05:00 AM
AMLO-armas-
Marcelo Ebrard no es cualquier canciller, es un secretario poderoso, básicamente es la persona que se espera que represente a México porque sabemos -y se sabe en el mundo- que el presidente López Obrador decide no viajar, apunta Gabriela Cuevas.

Históricamente los poderes Ejecutivos han conducido la política exterior, proponen los nombramientos de embajadores y cónsules, y negocian y firman los tratados internacionales.

Particularmente durante las últimas décadas, los vínculos entre países se han diversificado con el surgimiento de nuevos actores: los parlamentos institucionalizaron sus diálogos y cooperación desde 1889, los gobiernos subnacionales han promovido el desarrollo y las inversiones, los científicos comparten información y tecnologías, entre muchos otros.

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La diversificación de los diálogos y la cooperación internacional pueden ser una gran oportunidad para los países cuando existen estrategias diplomáticas incluyentes, que reflejen la pluralidad de las naciones y entiendan a cada actor como elemento importante de un proyecto común; es decir, cuando se entiende que la política exterior no es un programa más del gobierno en turno sino una definición de las prioridades del Estado en su conjunto.

El Presidente de la República prioriza la agenda nacional y considera que la mejor política exterior es la buena política interior. Esto convierte a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) en un actor aún más relevante para estructurar las relaciones de México con el mundo.

A pesar de contar con una renovada y fortalecida SRE (derivada de los cambios legales desde 2018), los tropiezos comenzaron desde el periodo de transición. El actual gobierno aún no había iniciado y el futuro secretario ya había entregado a Trump las decisiones sobre nuestra política migratoria a través del programa “Remain in Mexico”. Pocas semanas después se tensó la relación con España por la filtración de una carta donde se ponía sobre la mesa la posibilidad de pedirle una disculpa a nuestro país por las atrocidades cometidas durante la conquista.

Al no contar con una política exterior de Estado, México se divide y debilita. Ahí está la penosa candidatura de Jesús Seade a la OMC, que fue dinamitada desde casa; ahí están los legisladores apoyando a la potencia invasora en los mismos días que comete crímenes de guerra bombardeando a civiles en Ucrania; ahí están las voces de mexicanas pidiendo a Panamá que no acepte un nombramiento con denuncias de acoso sexual, entre muchos otros ejemplos.

El problema no termina en estos incidentes. El Secretario de Relaciones Exteriores se encuentra en una gira de trabajo en la Península Árabe e India, un área en la que México tiene un enorme potencial. Hace tres años fui invitada a realizar una visita similar en mi calidad de Presidenta de la Unión Interparlamentaria. En cada uno de esos países me reuní con sus jefes de Estado y los principales actores de la iniciativa privada; soy testigo del gran conocimiento e interés que tienen por nuestro país. El Canciller eligió una región atractiva y compatible con las necesidades de México, pero equivocó su estrategia.

Desconozco los detalles de la organización de su visita pero me sorprende que no haya sido recibido por un solo jefe de Estado, que ni los príncipes herederos o los primer ministros se hayan interesado en su gira, y que en el Consejo de la Shura, en Arabia Saudita, fuera recibido por el titular del grupo de amistad, pero no por el presidente de ese poder.

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Insisto, Ebrard no es cualquier canciller, es un secretario poderoso, básicamente es la persona que se espera que represente a México porque sabemos -y se sabe en el mundo- que el presidente decidió no viajar.

A México le urge una política exterior de Estado. Lo critiqué durante el sexenio anterior y esperaría un cambio durante esta administración. México necesita definir sus prioridades, objetivos y estrategias para ocupar el lugar que merecemos en el mundo. Somos la décimo sexta economía global y nos comportamos en muchos casos como un pequeño país que aspira a no tomar posiciones ni bandos, pero esto sólo nos resta influencia y relevancia sin que se nos reconozca neutralidad alguna.

México puede convertirse en una voz valiente, debe ser un liderazgo serio que encabece diálogos y soluciones en un mundo que todos los días convulsiona.

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Nota del editor: La autora ha sido diputada federal, fue presidenta de la Unión Interparlamentaria.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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