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#ColumnaInvitada | Morena: elección presidencial entre anarquía en los estados

Las desavenencias entre secretarios de Estado, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, senadores y dirigentes nacionales no serán la única preocupación de Morena en los días por venir.
lun 20 junio 2022 11:59 PM
Morena gobernará en 21 estados que juntos generan el 57% del PIB
Los triunfos electorales en las gubernaturas han ocultado una realidad tirante: la falta de control y de autoridades reconocidas en los estados. ¿Hasta qué momento esta situación afectará el rendimiento electoral del partido?, cuestiona Javier Rosiles Salas.

El partido del presidente está volcado hacia las elecciones de 2024. Las ambiciones personales de quienes aspiran a reemplazarlo se entrecruzan. Los conflictos por ganar esa carrera, en el interior de la organización política más exitosa de los últimos años, poco a poco serán más intensos y visibles. Es difícil que se atienda el llamado de Andrés Manuel López Obrador a trabajar 16 horas en armonía y dedicarle tres horas, de las ocho de sueño, a hacer campaña.

La semana pasada se hizo efectiva la convocatoria del dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, para echar a andar el andamiaje con miras a ganar las elecciones del próximo año en el Estado de México. También ya han comenzado los trabajos de los diferentes aspirantes para conformar sus respectivos conglomerados de respaldo, imprescindibles para situarse como opciones cuando llegue el momento de las definiciones y se designe al candidato presidencial.

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De manera natural, suceden ya pugnas entre los presidenciables en su lucha por la candidatura. La sana libertad para que cada uno desarrolle esos esfuerzos se contrapone con la necesidad de que se coordinen en su cotidiano desempeño. Se prioriza --desde 24 meses antes-- la competencia electoral más que el ejercicio de gobierno. Quien funge como parte del complejo engranaje administrativo que tiene como propósito la atención de los problemas del país, puede ser también un acérrimo rival, quien se interponga, ni más ni menos, entre el suspirante y la silla presidencial.

Pero las desavenencias entre secretarios de Estado, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, senadores y dirigentes nacionales no serán la única preocupación de Morena en los días por venir. Los triunfos electorales en las gubernaturas han ocultado una realidad tirante: la falta de control y de autoridades reconocidas en los estados. ¿Hasta qué momento esta situación afectará el rendimiento electoral del partido?

El local sigue siendo un ámbito todavía poco valorado y examinado. Mientras los reflectores se van con las actividades de los presidenciables, se desatiende el hecho de que Morena no ha conseguido tener orden en sus dirigencias estatales. El partido que está por celebrar en julio ocho años de haber logrado el registro, no ha sido capaz de nombrar en todo ese tiempo más que una sola dirigencia en Baja California, Colima, Chiapas, Chihuahua, Durango, Guerrero, Estado de México, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Yucatán, es decir, en más de la mitad de las entidades del país (17, el 53%).

Las dificultades han sido tantas, que se ha abusado de la figura del “delegado en funciones de presidente”. En Aguascalientes, por ejemplo, quienes se han hecho cargo del partido en ocho años sólo han sido dos delegados enviados por el Comité Ejecutivo Nacional, entre ellos Eulogio Monreal Ávila, hermano del senador Ricardo y el gobernador de Zacatecas David, de mismos apellidos. En Morelos fue un tabasqueño a quien se le encomendó tratar de poner orden, el exsenador César Raúl Ojeda Zubieta.

Jalisco es uno de los casos con más refriegas. Ahí Morena sólo ha tenido un primer y único presidente electo, Humberto Ortiz García, en el cargo oficialmente desde el 26 de enero de 2014. A su salida, los intentos por renovar la dirigencia fueron tan infructuosos, que desde el centro se nombraron autoridades provisionales (mayo de 2016), fungiendo como delegados Ernestina Godoy Ramos y Carlos Manuel Merino Campos. En febrero de 2019 arribó otro delegado, Hugo Rodríguez Díaz.

En una respuesta a una solicitud de información, firmada por el representante de la Comisión Nacional de Elecciones de Morena y con fecha de abril de 2022, se reconocen “las dificultades que ha tenido este partido para integrar los órganos estatales, por lo que en algunas entidades federativas no se han integrado los mismos, en consecuencia tampoco se ha nombrado delegados en funciones”.

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El último dirigente morenista en el Estado de México fue nombrado en 2015 (Maurilio Hernández González), al igual que en Colima, Chiapas, Chihuahua, Nayarit, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Tamaulipas y Yucatán. Años de vacío institucional a nivel local en el partido de mayores rendimientos electorales en la actualidad.

En un escenario de elección cerrada, con el aglomerado de dos bloques, uno en torno de Morena y sus aliados, y otro conformado por Va por México (PAN-PRI-PRD) al que pudiera sumarse Movimiento Ciudadano, cualquier mengua pudiera poner en riesgo el triunfo del partido fundado por el presidente.

Hasta ahora nadie conjetura que la oposición al oficialismo pueda ganar en 2024, pero los errores, graves fracturas y colisiones pudieran darse en el interior: no ganaría la oposición, pero sí perdería Morena.

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Nota del editor: el autor es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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