Hace un año, Mariana Moguel, la hija de Rosario Robles , me preguntó: “Mana, dice mi mamá que si le puede dar tu celular a una chava de Santa Martha, quien está injustamente encarcelada”. Mi contestación fue, obvio, que sí.
El lunes 5 de julio del 2020 recibí a las 9:00 am una llamada a mi celular de un teléfono que no conocía. Contesté inmediatamente, escuché una voz de mujer que me decía: "¿Hablo con Lourdes Mendoza?, soy Claudia Sánchez Mayorga, me dio tu celular Rosario Robles ".
Acto seguido le pregunté, ¿estás en la cárcel o ya saliste? Me contestó: “estoy en la cárcel”. Así, pues, me salí de una junta y comenzó mi primera plática con Claudia.
Es una mujer con voz cálida, educada; siempre se dirige con cariño hacia mi persona. No utiliza malas palabras y cada que me cuenta su historia, o los reveces que ha venido sufriendo, se le quiebra la voz.
La primera vez que hablé con ella estaba emocionada porque había logrado que tras casi ocho años sin enfrentar el debido proceso, vejaciones y violaciones a sus derechos humanos, un Tribunal de Alzada, el 20 de mayo 2021, determinó:
“Que no tuve una defensa adecuada (así se lo dijo en su resolución del 20 de mayo a la jueza Karla Montes Ortega, jueza sexta, que no observó una violación fundamental, que es el derecho a la libertad, y por ello le está requiriendo haga la reposición de procedimiento), fíjese, después de ocho años, ¿y en dónde estaban los otros jueces?”.
Pero esto no es todo, además le admitieron un amparo, por lo que la jueza Luz María Ortega Tlapa sería quien resolvería si le cambia o no la medida cautelar para poder enfrentar su acusación en libertad. La audiencia era el 27 de julio del 2021 a las 10:20 am.
Ella fue el chivo expiatorio del Solid Gold, a pesar de solo ser una empleada administrativa.
Sin embargo, la felicidad, ilusión y esperanza le duraron poco pues, tras un año de defenderse como pudo, y sin pruebas, la sentenciaron a 22 años y seis meses de prisión.
Sí, hasta hoy le han robado casi nueve años de su vida, con cinco meses la arraigaron, no la sacaron del Solid Gold, sino de su casa. Con siete meses la mandaron a un penal de hombres en Tepic, Nayarit, donde no solo le quitaron la matriz en el nacimiento de su hija, sino que perdió a su hija a los tres meses, pues el Estado se la quitó, ya que no había condiciones para que la niña sobreviviera dignamente al vivir en ese penal de hombres.
Con decirles que solo les daban un pañal al día, por lo que utilizaba su toalla por cachitos para evitar que se rozara. Además, las dos se llenaron de piojos. Claudia recuerda: “nos caminaban por la cabeza”.