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Claudia Sánchez Mayorga, de chivo expiatorio a la esperanza de mejor justicia

Ella fue el chivo expiatorio del Solid Gold, a pesar de solo ser una empleada administrativa; la sentenciaron a 22 años y seis meses de prisión.
vie 03 junio 2022 05:05 AM
Claudia Sánchez Mayorga
Claudia Sánchez Mayorga, administradora de empresas de formación, se vio obligada en presidio a cambiar de rumbo y estudiar Derecho para tomar las riendas de su propio proceso.

"Yo la describiría como cariñosa, honesta, trabajadora, responsable, que lo que más le importa en esta vida es la familia, la unión, la honestidad; el que siempre se digan las cosas como son, duela como duela, pero que siempre sea real todo. Una chica comprometida con la ilusión de siempre de haber tenido un hijo porque lo esperaba, lo anhelaba, hasta se iba a hacer inseminación artificial para poder tener porque no quedaba embarazada, y ese fue su anhelo siempre, tener un bebé y después de que lo tuvo, pues lo que pasó, ¿no? Le quitó todas las ilusiones, las esperanzas, porque sueños siempre tenía”. Así la describió su prima Nancy Baca Mayorga, mi contacto con Claudia.

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Hace un año, Mariana Moguel, la hija de Rosario Robles , me preguntó: “Mana, dice mi mamá que si le puede dar tu celular a una chava de Santa Martha, quien está injustamente encarcelada”. Mi contestación fue, obvio, que sí.

El lunes 5 de julio del 2020 recibí a las 9:00 am una llamada a mi celular de un teléfono que no conocía. Contesté inmediatamente, escuché una voz de mujer que me decía: "¿Hablo con Lourdes Mendoza?, soy Claudia Sánchez Mayorga, me dio tu celular Rosario Robles ".

Acto seguido le pregunté, ¿estás en la cárcel o ya saliste? Me contestó: “estoy en la cárcel”. Así, pues, me salí de una junta y comenzó mi primera plática con Claudia.

Es una mujer con voz cálida, educada; siempre se dirige con cariño hacia mi persona. No utiliza malas palabras y cada que me cuenta su historia, o los reveces que ha venido sufriendo, se le quiebra la voz.

La primera vez que hablé con ella estaba emocionada porque había logrado que tras casi ocho años sin enfrentar el debido proceso, vejaciones y violaciones a sus derechos humanos, un Tribunal de Alzada, el 20 de mayo 2021, determinó:

“Que no tuve una defensa adecuada (así se lo dijo en su resolución del 20 de mayo a la jueza Karla Montes Ortega, jueza sexta, que no observó una violación fundamental, que es el derecho a la libertad, y por ello le está requiriendo haga la reposición de procedimiento), fíjese, después de ocho años, ¿y en dónde estaban los otros jueces?”.

Pero esto no es todo, además le admitieron un amparo, por lo que la jueza Luz María Ortega Tlapa sería quien resolvería si le cambia o no la medida cautelar para poder enfrentar su acusación en libertad. La audiencia era el 27 de julio del 2021 a las 10:20 am.

Ella fue el chivo expiatorio del Solid Gold, a pesar de solo ser una empleada administrativa.

Sin embargo, la felicidad, ilusión y esperanza le duraron poco pues, tras un año de defenderse como pudo, y sin pruebas, la sentenciaron a 22 años y seis meses de prisión.

Sí, hasta hoy le han robado casi nueve años de su vida, con cinco meses la arraigaron, no la sacaron del Solid Gold, sino de su casa. Con siete meses la mandaron a un penal de hombres en Tepic, Nayarit, donde no solo le quitaron la matriz en el nacimiento de su hija, sino que perdió a su hija a los tres meses, pues el Estado se la quitó, ya que no había condiciones para que la niña sobreviviera dignamente al vivir en ese penal de hombres.

Con decirles que solo les daban un pañal al día, por lo que utilizaba su toalla por cachitos para evitar que se rozara. Además, las dos se llenaron de piojos. Claudia recuerda: “nos caminaban por la cabeza”.

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El martes a las 12 am, sí, en la madrugada, tras escuchar su sentencia, pensó en suicidarse, se estaba dando por vencida. “Lourdes, ya me quitaron todo, ¿cómo se lo explicaré a mi hija?”.

Lourdes Mendoza (LM): “Por favor, aguanta. No renuncies, tu hija te necesita”.

Ella solo lloraba y decía: “ya no puedo más, yo soy inocente y nadie ha leído mi expediente, nos les importo”.

“Le pregunto a Dios, ¿qué en verdad soy tan mala persona? Yo no cometí el delito que me imputan. “Beneficio a la explotación sexual ajena" ¿De quién me beneficié?, si yo presenté mi contrato de prestación de servicios profesionales, mis recibos de nómina por trabajar como administrativa en un bar, donde mis funciones estaban perfectamente claras".

Quiero decirle a mi hija: “sé que hoy no entenderás que los delitos en este país se manejan conforme a la política y a los intereses de personas con poder y con dinero, yo no tengo ni poder ni dinero… Ya no tengo fuerza, ya no tengo nada, he luchado, así como lo hice para poder verte una vez al mes por medio de un juez de lo familiar”.

“Lourdes, el Poder Judicial no me dejará ir y yo sigo preguntándome ¿por qué? Por el solo dicho de una venezolana y una colombiana que fueron pagadas para hacer declaraciones inducidas, ya que no existen pruebas que robustezcan el dicho de las supuestas víctimas. La jueza me condenó con perspectiva de género, pero solo lo utilizó del lado de las supuestas víctimas, ¿y yo, en donde están mis derechos…?

Me siento frustrada, este país, necesita gente que de verdad quiera hacer su trabajo y lo haga bien, hoy todavía vivimos con prejuicios y las personas se manejan con doble moral”.

LM: “Claudia, aguanta, ve hasta dónde has llegado. Estudiaste Derecho para defenderte. Tienes que aguantar…”.

Y casi como un milagro, el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, ante la petición de Claudia, en Santa Martha, y a la mía en redes, le regresó la esperanza, pues la van a defender -ahora sí-, y como no hay una sola prueba en su contra, seguramente saldrá de prisión.

Vale la pena recordar que en la visita de Zaldívar a Santa Martha, gracias a la resistencia civil pacífica de Rosario Robles , el ministro presidente de la SCJN les dijo, palabras más palabras menos, “que no solamente se necesita estar sentado en una oficina, sino presentarse en los lugares donde la gente realmente necesita ser escuchada". Que todo lo que escuchó lo sensibilizó de tal manera, que él no podía permitir que las cosas siguieran de esa manera. Mencionó que "él no nos prometía nada, pero que en el tiempo que le quedaba como ministro iba a hacer un cambio para el bien de México, que este México no podía seguir estando sin que se respetaran los derechos humanos de las personas”.

Los hechos

En septiembre de 2013, un total de 32 bailarinas fueron rescatadas por elementos de la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), de una franquicia del restaurante Solid Gold ubicado en la calle Londres, cercana a la famosa Zona Rosa. Todas habían sido atraídas con engaños para trabajar en México.

Pese a que las mujeres señalaron directamente a varios socios de la empresa de manejar los turbios negocios del lugar, solo fueron detenidos dos empleadas de limpieza, dos choferes que servían al tiempo como ‘carceleros’ de las víctimas, y Claudia Sánchez, una trabajadora de la administración del club.

“Yo trabajaba en la parte administrativa, mas no era administradora”, detalló.

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Empero, Claudia no fue arrestada durante la redada que destapó el caso Solid Gold, sino en su propio domicilio, cual gran capo del narco, en un operativo con agentes del Ministerio Público adscrito a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), que catearon su vivienda violentando disposiciones del código federal de procedimientos penales.

Con cinco meses de embarazo, la mujer fue arraigada por 50 días a la espera de una orden de aprehensión que no llegó de la Ciudad de México, sino de una jueza de Matamoros, Tamaulipas, lejos de la jurisdicción del lugar donde habían ocurrido los hechos.

En estos ocho años, Sánchez Mayorga pasó de un penal a otro, enfrentando vejaciones, golpes y quizá lo peor: sufrir un parto en condiciones negligentes que la llevaron a perder la matriz y luego tener que separarse de su hija con menos de cuatro meses de nacida.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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