Nací en 1982, soy parte de una generación que desde que tiene memoria hemos escuchado, y después alertado, sobre el calentamiento global. Se les ha advertido a políticos, empresarios y gobernantes, sobre la crisis climática que representa elevar tan sólo un grado la temperatura del planeta, lo que significa vivir con 45°C o más, sobre las consecuencias que traería en materia de agua, agricultura, incendios, salud, ecosistemas, y migración el no hacer nada para evitarlo.
Es más, hace unas semanas se les volvió a señalar con fuerza, se presentó evidencia clara durante el debate de la Reforma Eléctrica, pero parece que el negacionismo de políticos que ya no estarán aquí en los siguientes 20 años nos quiere condenar a un territorio sin futuro. Piensan que el cambio climático es un cuento de unos cuantos, alimentado por la angustia de millennials y zentennials, y claro, los neoliberales.