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Del efecto Streisand al chanfle Sheinbaum

Que DNV haya producido un reporte que compromete al gobierno que la contrató habla muy bien de la empresa; que Sheinbaum rechace el reporte y descalifique a la empresa habla muy mal de la funcionaria.
mar 10 mayo 2022 11:59 PM
(Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la CDMX)
Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno, afirmó que el tercer informe entregado por la empresa DNV sobre el colapso de la Línea 12 del Metro es "falso".

Eran los últimos días de mayo del 2003 cuando la cantante Barbara Streisand presentó una demanda contra el fotógrafo Kenneth Adelman en una corte de Santa Mónica, California. ¿El motivo? Que como parte de un proyecto para documentar el daño al medio ambiente provocado por la sobrexplotación inmobiliaria, Adelman tomó una serie fotográfica de toda la costa de Malibú y la subió a un sitio de internet.

En esas imágenes aparecía la mansión de Streisand, cuyos abogados alegaron violación de su derecho a la privacidad y pidieron una indemnización por varios millones de dólares, además del retiro inmediato de las fotografías.

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Antes de la demanda, dichas imágenes habían sido descargadas seis veces –la mitad de ellas por los abogados de Streisand–; en el mes que transcurrió después de que se dio a conocer la noticia del recurso legal interpuesto por la cantante, las fotografías fueron descargadas más de 400,000 veces.

El episodio inspiró un nuevo concepto para referirse a la paradoja de tomar acciones con el fin de ocultar cierta información y, al hacerlo, generar una demanda mucho mayor de esa información que si no se hubiera emprendido acción alguna: el “efecto Streisand”. Al final, la demanda fue desechada, pero el concepto llegó para quedarse. Nada llama tanto la atención como un gesto agresivo o torpe que intenta ahuyentarla.

A raíz de lo ocurrido en los últimos días a propósito de la demanda que anunció la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, contra la empresa noruega encargada de investigar por qué se cayó un tramo de la Línea 12 del metro el año pasado, me gustaría proponer un concepto complementario: el chanfle Sheinbaum. Digamos que es como el efecto Streisand pero con el agravante de que fuera la propia cantante la que hubiera solicitado los servicios del fotógrafo en cuestión, pues en este caso fue la misma administración de Sheinbaum la que contrató a la empresa contra la que ahora litigará.

De hecho, en su momento la Jefa de Gobierno fue muy enfática en señalar que Det Norske Veritas (DNV) era “una empresa de enorme prestigio” y que ella daría “a conocer públicamente todo lo que encuentre con toda y absoluta transparencia”. Pero ahora que ha terminado, y concluye que parte del derrumbe es atribuible a fallas en el mantenimiento que era responsabilidad de su gobierno, Sheinbaum objeta que DNV no cumplió con la metodología acordada para sus estudios e incurrió en un conflicto de interés, pues “aparece un abogado que participó, en un juicio contra el presidente López Obrador”.

¿Cómo es posible que Sheinbaum sostenga que la empresa incurre en un conflicto de interés cuando fue su gobierno el que la contrató pero, al no gustarle los resultados, desautoriza su trabajo? Esa es justo la razón por la cual las buenas prácticas recomiendan que, en este tipo de circunstancias, los funcionarios renuncien: para evitar el conflicto de interés que implica escoger a quienes habrán de investigarlos o erigirse en dictaminadores de la calidad de su labor.

Que DNV haya producido, aun así, un reporte que compromete al gobierno que la contrató habla muy bien de la empresa; que Sheinbaum rechace el reporte y descalifique a la empresa habla muy mal de la Jefa de Gobierno.

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Ayer, y luego de que El País publicara una extensa nota detallando el contenido del documento, el gobierno capitalino anunció que hará público el reporte. Tarde y mal, por decir lo menos. Sheinbaum insistió en que hay un “sesgo político” en el dictamen. Parece que la Jefa de Gobierno sigue siendo incapaz de percatarse que semejante acusación no solo carece de credibilidad, sino que tras su pésimo manejo del asunto termina volcándose en su contra y exhibiendo, más bien, que la del sesgo político es ella. He ahí el “chanfle” de la cuestión.

¿Con ese nivel de ineptitud nos quiere convencer de que sería una buena presidenta? ¿Con esos 26 muertos a cuestas va a buscar el voto de los mexicanos en 2024? ¿Con esa caradura va a pedirnos que confiemos en ella?

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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