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El umbral lopezobradorista

La jornada del domingo fue la última vez en que López Obrador estuvo en una boleta; su fuerza no se va a trasladar automáticamente ni a Morena ni a quien termine logrando la candidatura en 2024.
mar 12 abril 2022 11:59 PM

No hay un buen parámetro para cotejar el porcentaje de participación en la consulta para revocación de mandato por la sencilla razón que se trata de un ejercicio sin precedentes en la historia de la democracia mexicana.

Lo del domingo no fue una elección en el sentido tradicional del término –no había candidatos en la boleta, no había partidos compitiendo ni puestos en disputa–, fue el estreno de un mecanismo de democracia directa. Son eventos políticos muy distintos, pues.

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Cualquier comparación con los porcentajes de participación en procesos electorales pasados resulta, por decir lo menos, problemática.

Hay un dato, sin embargo, que sin incurrir en falsas equivalencias ni comparaciones forzadas no deja de llamar la atención: el umbral mínimo que López Obrador alcanza cada vez que está en la boleta. En 2006 obtuvo 14.7 millones de votos; en 2012, 15.8; en 2018, 30.1; y ahora, en 2022, al momento de escribir esta columna las cifras indican que rondará los 16.3 millones.

Su liderazgo, en suma, se ha consolidado en un núcleo duro de respaldo electoral que cuenta con alrededor de 15 millones de votantes básicamente incondicionales. ¿Qué significa ese umbral en el contexto de su cuarto año de gobierno?

Es una fortaleza en la medida que no hay otra figura, ni de lejos, que se haya probado tantas veces ni suscite semejante apoyo. Contra viento y marea, en las duras y las maduras, ese “piso” político de López Obrador no lo tienen ni siquiera los partidos, ninguno.

Aunque es una debilidad en tanto que todo indica que la del domingo fue la última vez que estuvo en una boleta y que esa fuerza no se va a trasladar automáticamente ni a Morena ni a quien quiera que termine logrando su candidatura a la presidencia en 2024. Para bien y para mal esa fuerza es suya, es única y no es transferible sin merma.

La distribución geográfica de la participación en la consulta ofrece, además, algunos indicios sobre los acentos territoriales de ese núcleo duro lopezobradorista.

Por un lado, los estados en los que la participación estuvo por encima del promedio nacional de 17.7% están sobre todo en las circunscripciones del sur-sureste y el centro de la república, en donde se ubican a su vez el grueso de las gubernaturas morenistas (10 de 16). La únicas anomalías al respecto son Tamaulipas (que pertenece a la circunscripción noreste y es gobernada por el PAN) e Hidalgo (que está en la circunscripción del occidente y es gobernado por el PRI).

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Por el otro lado, las entidades donde la participación estuvo por debajo del promedio nacional están, todas, en las circunscripciones del noreste, el noroeste y el occidente del país, en donde la mayoría de las gubernaturas las controlan otros partidos (10 de 16).

Con todo, convendría no exagerar la importancia del contraste regional, pues lo que cuenta en una elección presidencial es el número de votos, no los estados, y en ese sentido lo que importa más bien es el tamaño de la lista nominal de cada entidad. Y ahí no parece haber un patrón tan claro a primera vista.

En los 16 estados con mayor número de electores, la participación en la consulta estuvo por encima del promedio en 9; mientras que en los otros 16 estados, donde hay menos electores, la participación estuvo por encima del promedio en 7. El lopezobradorismo, en resumidas cuentas, muestra capacidad de movilización en estados electoralmente grandes (CDMX, Veracruz, Puebla), medianos (Guerrero, Hidalgo, Sinaloa o Tabasco) y también pequeños (Tlaxcala, Nayarit o Campeche).

La consulta, en suma, ofrece más confirmaciones que sorpresas: nos dice cosas que ya sabíamos y no revela nada muy nuevo. En sus resultados destacan, como era perfectamente esperable, qué partido gobierna cada entidad y la vieja tendencia de que el lopezobradorismo tiende a ser más fuerte en el sur-sureste y el centro que en el norte y el occidente.

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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