En un partido político tan dividido como Morena, el hecho de que Augusto se una a otros contendientes, podría hacer demasiado daño. Las luchas internas entre las huestes morenistas ya trabajan de sol a sol para llegar al poder máximo. Para nadie es un secreto que Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum están aferrados en su ruta hacia Palacio Nacional.
Ahora tienen una nueva piedra en el camino: Adán Augusto.
Frente a los diputados federales de Morena, Andrés Manuel destapó a su paisano, como aspirante, y ahora considerado como el más fuerte. Las cosas han cambiado en la contienda y el presidente ha dejado en claro que no permitirá que esté “suelto” el tema de su sucesión.
Si hoy fueran las elecciones, Morena no tendría problema por retomar la presidencia. Sin embargo, pareciera que los partidos de izquierda en México tienen la intención de autodestruirse y la división que comúnmente ocasionan ha logrado que su cometido se vea vulnerado y no logren su cometido mayor.
López Obrador intentó una y otra vez la presidencia, hasta que lo logró y a partir de ahí ha tratado de deslindarse incluso de su propio partido, al ver las rencillas internas. Ahora, el presidente abona a esa desunión, al levantarle el brazo a Adán Augusto, quien no tiene el capital político y el equipo suficiente para armar hoy en día una candidatura.
El actual secretario de Gobernación ha logrado posicionarse como el alfil del presidente. Primero, defendiendo a capa y espada el aeropuerto Felipe Ángeles; luego, viajando por el país para apoyar al presidente en la fallida revocación de mandato.
Para algunos, el destape de Adán es una simple cortina de humo. Pero va más allá. López Obrador sabe perfectamente que su gobierno se orilla a un atardecer y es el momento de defender su régimen. ¿Lo haría Ebrard o Sheinbaum?
La carta que apuesta es de alguien muy cercano, una persona que tiene no solo la férrea voluntad de defender su persona, sino su legado político.
Es interesante profundizar en estos últimos días del presidente más votado de la historia. Pues la caída del poder es un tema sobresaliente, cuánto más el de un hombre que buscó la presidencia por más de 18 años. ¿No es acaso interesante el control de crisis que ha tenido que ejercer?