Extraigo la cita de su más reciente libro Historia mínima de las izquierdas en México (Colmex, 2021, p. 210). Viene a cuento porque, visto desde esta perspectiva, es más fácil comprender diversos aspectos del gobierno del presidente López Obrador: tanto de su funcionamiento interno como de su percepción externa.
En primer lugar, si se observa al gobierno de López Obrador como el resultado de una rebelión plebeya, entonces el nivel sostenido de aprobación presidencial deja de ser sorprendente. Como ya lo han documentado y explicado diversos encuestadores y estudiosos de la opinión pública, hasta el momento la popularidad de AMLO está más vinculada con sus atributos personales –ya reales, ya imaginados–, su discurso, la esperanza que evoca y el cambio que simboliza que con los resultados materiales de su gobierno.
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En tal sentido, es válido sostener que el respaldo incondicional de buena parte de los simpatizantes del presidente responde a que, en efecto, están convencidos de que López Obrador está llevando a cabo una revolución plebeya (la famosa cuarta transformación) desde el gobierno: es decir, está cambiando el statu quo favorecedor a las élites por un nuevo orden que, por un lado, se alimenta de lo popular y, por el otro, beneficia a los sectores populares.
En segundo lugar, parece que el propio López Obrador visualiza al movimiento político que lidera como una rebelión plebeya en el sentido descrito por Rodríguez Kuri. Por lo mismo, no es descabellado pensar que el presidente concibe a su gobierno como la encarnación de dicha rebelión (nuevamente, de ahí el grandilocuente nombre de cuarta transformación).