Su coalición ganará la mayoría de las gubernaturas en disputa. Se llevará a cabo la consulta de revocación de mandato, que difícilmente cumplirá con el porcentaje de participación para ser vinculante, pero encontrará la manera de sostener que el pueblo lo ratificó, que los conservadores perdieron y, de paso, desgastará la legitimidad del INE.
Se apruebe o no la reforma eléctrica, aprovechará su discusión para movilizar a sus bases, exacerbar la polarización, poner al PRI contra las cuerdas y posicionar su narrativa. Seguirá emitiendo decretos de dudosa legalidad y utilizará esas disposiciones para avanzar su agenda, en tanto la Suprema Corte define si son constitucionales o no.
Sin embargo, el gran riesgo es que AMLO es un animal político: sigue sus instintos y sus habilidades innatas. No obstante, la política siempre está pensando en el corto plazo: la siguiente elección, el siguiente periodo legislativo, la próxima cumbre del partido.
En consecuencia, el presidente está dejando grandes riesgos de gobernabilidad a largo plazo (como la militarización o el debilitamiento institucional) y, a mediano plazo, podría escapársele de las manos el control de su partido y la sucesión presidencial.
Ya veremos. Por lo pronto, López Obrador tendrá un exitoso 2022.
____________________
Notas del editor:
Jacques Coste (Twitter: @jacquescoste94) es historiador y autor del libro Derechos humanos y política en México: La reforma constitucional de 2011 en perspectiva histórica, que se publicará en la primavera de 2022, bajo el sello editorial del Instituto Mora y Tirant Lo Blanch. También realiza actividades de consultoría en materia de análisis político.
Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de los autores.