En el periodo ya mencionado, más de 5,400 personas fueron atendidas por este padecimiento emocional, que se les manifiesta como un miedo fuera de control a resultar contagiado, una intolerancia con quienes no siguen las normas sanitarias, una falta de deseo de salir de casa o irascibilidad constante.
Aunado a ello, muchas personas están padeciendo el trastorno afectivo estacional (TAE), es decir, un tipo de depresión que ocurre usualmente entre los meses de diciembre a marzo, durante el invierno.
Esta afección que se presenta principalmente cuando las noches son más largas y el clima es frío, y con más frecuencia en mujeres que en hombres (69.7% vs 26.9%), causa síntomas como problemas para conciliar el sueño, falta de energía, pérdida de interés en actividades, cambios de peso, inquietud, pereza y depresión.
Algunos factores que influyen en el TAE son los cambios en el reloj biológico debido a la reducida exposición a luz solar; una caída en la producción de serotonina, el neurotransmisor que afecta el estado de ánimo; y un desequilibrio en los niveles de melatonina, la cual interviene en los patrones de sueño.
Aunque los síntomas son pasajeros, éstos pueden extenderse durante días y pueden empujar a la gente a recurrir al alcohol o a los antidepresivos para sentirse mejor, lo cual puede empeorar la situación y su impacto en el entorno familiar.