El sello de la casa de la 4T es improvisar, no observar la ciencia, prometer lo que no se puede hacer, y actuar solamente con símbolos. Estamos en un ejemplo no aislado, puesto que esta misma torpeza y superficialidad es la que caracterizó, por ejemplo, el diseño, ejecución y operación de la Línea 12 del Metro CDMX, y los resultados están a la vista con decenas de muertos. Pero un accidente en instalaciones aéreas en la CDMX y zonas aledañas podrían generar una tragedia de miles de personas.
Debemos gritar fuerte estos riesgos porque no se puede pensar que los accidentes se deben dar. No debió ocurrir en la Línea 12 del Metro, pero el entonces Jefe de Gobierno optó por construir e inaugurar a como diera lugar para cortar el listón. La seguridad y vida de los usuarios no importó. Y esa misma lógica es la que hoy impera en las prisas por construir y operar el AIFA, siendo ahora el capricho de otra persona y de dimensiones mucho mayores por los alcances de un evento indeseable.
Ya que estamos advirtiendo sobre posibles riesgos, hay que señalar que la planta nuclear de Laguna Verde ya ha tenido al menos un par de eventos de alarma por fallas en la operación del reactor. No les tengo que explicar las consecuencias adversas de un derrame radioactivo, pero tristemente esa posibilidad es hoy mayor que nunca como resultado de la improvisación y el no invertir en prevención y mantenimiento.
Así las cosas, hoy, en el país; los riesgos son reales y tangibles. Callar o mantener silencio ante la evidencia científica y contundente nos haría cómplices de tragedias que pueden y se deben evitar y prevenir. Ya basta de tolerar que el país sea manejado por el Presidente sin sofisticación. Su impericia y abusos ya han costado muchas vidas en temas de inseguridad, violencia y problemas de salud. El silencio, particularmente de los que saben, los vuelve cómplices. ¿Cuántas víctimas más antes de que realmente nos demos cuenta de la tragedia a la vista?
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Notas del editor:
Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE.
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