Me refiero en este caso concretamente al insensato proyecto del Aeropuerto de Santa Lucía y sus implicaciones. Empecemos por reconocer que esta instalación: (a) fue resultado de una consulta patito; (b) canceló la verdadera instalación aeroportuaria de Texcoco (que en realidad es un hub y que deberá rescatarse pronto); (c) se edifica con la mayor de las opacidades posibles; (d) se entregó ilegalmente como un proyecto que queda en ejecución y beneficio de las fuerzas armadas; (e) se optó por pagar cuotas de cancelación y otras erogaciones extraordinarias que hacen de este proyecto una locura de derroche en recursos; y (f) se hizo sin contar con los estudios de viabilidad operativa, de aeronáutica, comunicación y seguridad para esta instalación.
Debemos hablar de este proyecto porque es el fiel reflejo de como no se deben hacer las cosas en general, pero en particular al tratarse de una obra de infraestructura que pretende resolver los grandes problemas de comunicación aérea y de interconexión con el mundo. El tema central es que no se pudo haber tomado una decisión más absurda e irresponsable. La sola idea que se le ocurrió a un oportunista como el Ing. Riobóo de que un aeropuerto militar podría operarse simultáneamente con otros 2 en una zona ubicada a más de 2,200 metros sobre el nivel del mar y con una orografía complicada es demencial. Y sin embargo, por el solo empacho de demostrar que tenía las agallas de erradicar un proyecto como el NAIM de Texcoco que tanto se requiere en nuestro país, el hoy Presidente le dio vuelo al proyecto sin sustento ni estudio serio alguno.
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Los problemas de este aeródromo son múltiples, entre otros: (a) que saldrá carísimo en cuanto a uso de recursos públicos; (b) está ubicado en una zona de muy difícil acceso; (c) no permitirá interconexiones ágiles; y (d) provocará gastos extraordinarios para los consumidores. Pero lo más grave es que, por la ubicación del Valle de México, este sitio no tiene las certificaciones de aeronavegabilidad internacional y no permite operaciones simultáneas e incrementales con los otros de la CDMX y Toluca.
El resultado efectivo es que si lo inauguran en marzo de 2022, lo que se provocará es que el acomodo de vuelos se haga artificialmente, y la probabilidad de un accidente de proporciones descomunales sea real por la mancha urbana extendida en la que estará situado el tráfico aéreo.