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#LaEstampa | Verbena navideña en tiempos de COVID

Promover una fiesta masiva en la plaza central de la ciudad en tiempos que exigen precaución podrá ser popular, pero es irresponsable.
jue 23 diciembre 2021 11:59 PM
Verbena navideña
La verdeba navideña fue inaugurada el 17 de diciembre.

La verbena navideña organizada y animada por el Gobierno de la Ciudad de México da para un debate interesante.

Primero, los hechos. La Organización Mundial de la Salud ha confirmado que existe “evidencia consistente” de que la variante Ómicron se está esparciendo con mayor velocidad que la última variante dominante, la Delta. La OMS también ha insistido en que “no hay ninguna duda” de que “el aumento de interacción social durante el periodo de vacaciones en muchos países dará lugar a un aumento de casos, sistemas de salud abrumados y más muertes”.

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Ante esto, recomienda a la gente —y a los “líderes”— “tomar las decisiones difíciles que se debe para protegernos a nosotros mismos y a los demás”. Eso incluye (de nuevo: de acuerdo con la máxima autoridad global de salud) cancelar lo que haya que cancelar para reducir riesgos.

En este contexto, el gobierno de la capital mexicana decidió organizar una colorida verbena en el Zócalo.

¿Se equivoca?

Por un lado, es verdad que el mundo está exhausto de restricciones y aislamiento. El propio Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, lo reconoció así en el mismo discurso en el que alertó sobre los riesgos de Ómicron. Todos queremos volver a una semblanza de normalidad, en la que subir a la rueda de la fortuna y caminar entre la gente sea un gozo despreocupado.

El problema es que aún no estamos ahí.

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¿Qué debe hacer el gobierno de una gran ciudad, entonces? Pienso en Nueva York. El alcalde De Blasio se ha negado a cerrar la ciudad de nuevo, prefiriendo ampliar la capacidad de pruebas diagnósticas en estas semanas. Es comprensible. Pero hay un abismo entre la cautela de De Blasio y lo que ha hecho en México Claudia Sheinbaum. Celebrar y promover públicamente una fiesta masiva en la plaza central de la ciudad, invitando a la reunión multitudinaria en tiempos que exigen precaución, es un acto de irresponsabilidad.

Podrá ser popular, pero es irresponsable. Y el gobernante no tiene la obligación de ser popular, menos en un momento tan complicado durante una pandemia. Tiene, quizá no sobra subrayarlo de nuevo, la obligación moral de actuar con responsabilidad.

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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