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#LaEstampa | Restablecimiento del ritual

Detrás del ritual de la aclamación al presidente había sumisión frente a la voluntad presidencial. No había límite. Por seis años, el presidente en México era amo y señor; el ritual ha regresado.
jue 02 diciembre 2021 11:59 PM
AMLO, 1 de diciembre de 2021
López Obrador pidió que la gente lo acompañara en el Zócalo este miércoles. Incluso, dijo que no sería obligatorio ir con cubrebocas, aunque la mayoría de los asistentes sí usó uno.

Tengo edad suficiente como para recordar los tiempos del PRI y sus rituales de poder. La vida pública mexicana giraba alrededor de la figura presidencial. La voz del presidente importaba más que ninguna otra, sobre todo para el partido en el poder, que orbitaba alrededor de la figura del líder, ansiando el favor del hombre en la cima.

En la prensa oficialista se trataba al presidente con pomposa solemnidad. Todo era “señor presidente”. Camiones enteros de acarreados colmaban sus actos públicos, para hacerlo sentir arropado de la adoración del “pueblo”. Había loas, porras, aplausos, confeti.

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Pero no era solo coreografía. Detrás de ese ritual de la aclamación había también sumisión frente a la voluntad presidencial. No había límite al capricho. Por seis años, el presidente en México era amo y señor.

Acabar con todo esto fue parte de la tarea de la transición en México. La democracia emergente que culminó parte de su tarea en el año 2000 tenía como encomienda desacralizar la figura presidencial, paso indispensable para la consolidación de una cultura de libertad democrática.

Se podrán decir muchas cosas de los gobiernos del 2000 al 2018, pero algo está claro: ni Fox, ni Calderón, ni Peña Nieto (a pesar de sus formas eminentemente priistas) recibieron trato imperial. Eso ha cambiado con Andrés Manuel López Obrador. Lo que vimos en el Zócalo ayer es una regresión dolorosa que a nadie conviene. A nadie, claro está, más que al hombre en el centro del escenario, el de la voz en la plaza del Zócalo, lugar simbólico como no hay otro.

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Que generaciones más jóvenes no reaccionen ante el restablecimiento de los rituales del priismo es lamentable: mala cosa que las generaciones más recientes no conozcan su historia. Pero que generaciones anteriores (como la mía, que tiene edad para recordar aquellas ceremonias) decidan aplaudir la restauración… eso es harina de otro costal. Triste harina de otro costal...

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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