Sheinbaum se siente contenta cuando el presidente la menciona, muy seguido, en sus discursos y ruedas de prensa. Cómo olvidar esa porra que le obsequiara desde el micrófono el tabasqueño: “¡No estás sola!”, repitió en tres ocasiones: “Es maltratada por unos grandulones abusivos, ventajosos, pero no está sola. Tiene el apoyo del presidente de la República”. Sentenciaba López Obrador, aquel remoto 11 de junio del 2019. En “ese entonces”, cuando la tormenta del COVID no la vislumbraba ningún mexicano.
La jefa de gobierno sabe que tiene una oportunidad inmejorable para posicionarse como la favorita del morador de Palacio Nacional, rumbo al, no muy lejano, 2024.
Y es notorio, su perfil es el que más embona al régimen que busca imponer la 4T. No solo mantiene el cariño del presidente y su esposa, Beatriz Gutiérrez, sino de una maquinaria sólida que ya la pasea por distintas partes de la República, mostrándola como la “candidata natural” de Morena, el partido que ella ayudó a fundar y construir.
No todo es tan sencillo
En poco tiempo, Sheimbaum ha tenido que sortear varias crisis que han desafiado su gobierno. Prácticamente desde que comenzó su gestión, algunos sucesos marcaron el inicio de lo que seria un gobierno complicado para la primera mujer gobernante de la Ciudad de México.
Por ejemplo, tras la muerte del joven universitario Norberto Ronquillo –luego de ser secuestrado– hubo voces críticas que, desde el funeral del joven, pidieron la renuncia de la jefa de gobierno.
Quizá esa primera crisis le mostró una compleja realidad de la que tenía que comprometerse; gobernar una ciudad con tantos millones de personas es un complicadísimo examen que se debe aprobar sí o sí, para quien busca llegar a lo más alto en política mexicana: la silla presidencial.
Los desencuentros con la sociedad civil han sido una constante para el actual gobierno de Claudia. Primero, los colectivos de mujeres feministas se volcaron contra Sheinbaum, luego de asegurar que criminalizaba las marchas, donde participaron miles de personas.