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#LaEstampa | La propaganda del general Cresencio Sandoval

En la concepción de un gobierno progresista es inconcebible un papel protagónico para las fuerzas armadas del país. Un matrimonio entre el ejército y el progresismo es una contradicción insalvable.
vie 26 noviembre 2021 12:05 AM
Luis Cresencio Sandoval
El general Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa, dio un discurso, en el que llamó a sumarse a la actual etapa de transformación, la cuarta.

Cada cierto tiempo vale la pena recordar la promesa central que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia después de dos décadas de brega. Antes que nada, López Obrador se comprometió a una renovación moral de la conducta política en México. Prometió respeto a la investidura y apego a la agenda progresista. Esta promesa le ganó el apoyo de millones de votantes de izquierda, ilusionados (con razón) con un gobierno de verdad progresista.

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Vale la pena, entonces, aclarar: en la concepción de un gobierno progresista es inconcebible un papel protagónico para las fuerzas armadas del país. Un matrimonio entre el ejército y el progresismo es una contradicción tan grave que es, en realidad, insalvable.

Por eso, la evidente complicidad entre las fuerzas armadas y el gobierno de López Obrador –el primero de (supuesta) izquierda en la historia del país– resulta tan preocupante. Cuando el general Secretario de la Defensa opta por el proselitismo político en favor del proyecto en turno, no solo falta a su obligación de independencia frente al poder sino que traiciona, quizá sin saberlo, la propia promesa de gobierno progresista del presidente de México.

Pero si la propaganda del general Luis Cresencio Sandoval inquieta, el silencio de Andrés Manuel López Obrador alarma. No hace falta repasar con demasiado detalle la trayectoria pública del López Obrador opositor para suponer que, al menos en aquel tiempo, el compadrazgo entre gobierno y Ejército le hubiera parecido aberrante. Pero eso era entonces. Ahora, como en otras cosas, parece que López Obrador está dispuesto a dejar pasar lo que antes le habría resultado intolerable. No solo eso: si para consolidar su control de las riendas del poder es necesario darle la espalda a su promesa de renovación moral y uno de los ejes indispensables de la agenda progresista, López Obrador lo hace sin chistar.

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Quizá es hora de asumir que el presidente, el mismo que juró probidad a prueba de cualquier tentación, es un hombre de posiciones antes que de principios.

No. Eso no es lo que prometió.

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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