El presidente López Obrador viajó a la sede de Naciones Unidas para presentar un argumento inapelable en México y el mundo: la batalla contra la desigualdad y la pobreza en el mundo requerirá de enfoques solidarios y ambiciosos en el futuro próximo.
Después de la pandemia, y mucho más con lo que vendrá después, dada la explosión de los procesos de automatización e inteligencia artificial, los países más desarrollados, y los seres humanos más adinerados, tendrán que tender la mano a los que menos tienen.