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Plurinominales, discusión añeja y estéril

La eliminación de los plurinominales es una de las discusiones populistas por excelencia en México. Es un tema fácilmente explotable mediáticamente ante el desprestigio de Diputados y Senadores.
lun 21 junio 2021 06:00 AM
plurinominales, discusión añeja
El origen de los plurinominales en México se da con la reforma de 1977, donde se incorpora esta figura como la manera de darle voz a todas aquellas voces de izquierda que venían luchando desde los movimientos de 1968 y 1973.

Nuevamente, un Presidente de la República impulsa la propuesta de eliminar a los llamados legisladores plurinominales, aquellos que llegan por la vía de la representación proporcional y no por voto directo.

Como lo hiciera en su momento Calderón, el Presidente más parecido a López Obrador en muchos aspectos, y como también lo hiciera Peña durante su presidencia, hoy el Presidente decide retomar esta discusión sabiendo que no pasará pero que es un útil distractor de los temas importantes.

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La eliminación de los plurinominales es una de las discusiones populistas por excelencia en México. Es un tema fácilmente explotable mediáticamente ante el profundo desprestigio de diputados y senadores; y ante la notoria ignorancia de la sociedad sobre lo que representa la figura.

Calderón, Peña y hoy López Obrador han usado esta bandera precisamente en los momentos en que más problemas, errores y crisis enfrentaron en sus gobiernos.

El poco conocimiento que existe entre la ciudadanía sobre el Poder Legislativo, la importancia del sistema de pesos y contrapesos, y el origen y objetivos de figuras que busquen los equilibrios democráticos hacen de este debate una herramienta fácil de distracción.

Lamentablemente, ninguno de estos tres Presidentes ha impulsado una verdadera propuesta de reforma electoral para mejorar nuestro sistema democrático. Su interés ha sido siempre cómo concentrar el poder y minimizar a quienes piensen distinto.

Lo podemos ver con las reformas político-electorales que se aprobaron durante los sexenios de Calderón y Peña; esta última, la peor de la historia reciente.

Pero además, en el mundo de la opinión pública, muchos se van con la finta de los argumentos simplones de ahorro de recursos al reducir el número de legisladores, o con la idea ridícula de que afectan la representación de lo que realmente quiere la ciudadanía.

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El origen de los plurinominales en México se da con la reforma de 1977, donde se incorpora esta figura como la manera de darle voz a todas aquellas voces de izquierda que venían luchando desde los movimientos de 1968 y 1973.

Voces de izquierda depuradas que sobrevivieron a episodios de represión, pero que mantuvieron su lucha sincera por democratizar al país, a diferencia de muchos de los grupos subversivos de choque que surgieron bajo el pretexto de la izquierda.

La figura da originalmente 100 curules pluris en la Cámara de Diputados, que con la reforma de 1986 subirían a 200. Con ello, por primera vez, la izquierda logra una voz en el Congreso.

Curioso que hoy, un Presidente que se dice de izquierda, vaya contra una de las principales figuras democráticas que le dio viabilidad a años de lucha democrática que cristalizaron en su propia llegada a la presidencia en 2018. O falta de memoria, o falta de talante democrático.

En los años 90, la figura llega al Senado, aumentando 32 escaños designados a una lista nacional de cada partido, para completar 128 Senadores.

Pero la figura no solo se creó para dar lugar a voces minoritarias, también se creó para equilibrar las naturales distorsiones derivadas de la elección por voto directo. Es gracias a la representación proporcional que se logra un equilibrio en la presencia de cada partido en el Legislativo, particularmente Diputados.

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De tener únicamente Diputados por voto directo, los porcentajes de voto ciudadano para cada partido dejan de importar, y se genera una severa sobrerrepresentación de los partidos mayoritarios, lo cual suele beneficiar al partido en el poder.

Al aplicar las reglas de representación proporcional, se evita que partidos con menos distritos, pero mayor porcentaje global de votación, queden subrepresentados; y viceversa.

Pero quizás la principal ventaja de la representación proporcional es que es el vehículo para meter personas con mayor trayectoria, preparación y experiencia para conducir los trabajos legislativos.

No es secreto que quien gana votos en una elección, en la mayoría de los casos no será la persona más preparada para hacer las leyes de un país. Ganan los candidatos que son reflejo de la sociedad, no los candidatos que tienen la preparación necesaria para legislar.

A través de los plurinominales es como tradicionalmente han entrado cuadros de cierto prestigio y nivel, que generalmente llevan en sus hombros la mayoría de los trabajos Legislativos; por eso son los que habitualmente tienen los cargos de dirección en ambas Cámaras.

Adicionalmente, ha sido una herramienta de los partidos para reconocer personajes con trayectoria, que han ganado ya elecciones, que han contribuido a la vida partidista, y que han tenido paso importante por la función pública.

Por supuesto, a lo largo de los años todos los partidos han abusado de los plurinominales, particularmente los partidos chicos. Se han nombrado familiares, amigos, hampones en busca de impunidad y favores políticos corruptos.

Sin embargo, eso no se corrige eliminando la figura, sino retomando el espíritu de su creación y tal vez haciendo reglas más estrictas.

Finalmente, sobre si el Congreso es demasiado grande, y sobre si es o no un ahorro eliminar los plurinominales, los argumentos que se han planteado son tan insignificantes que ni merece la pena abordarlos.

La discusión debe estar en otro lado. Debe estar en la calidad de la representación. Debe estar en la necesidad de una reforma profunda que modernice al Poder Legislativo. No en lo superficial.

Hoy el Presidente vuelve a demostrar su capacidad para acaparar la discusión pública, con un tema imposible de alcanzar, pero que le da mucha gasolina política. Mientras la oposición siga sin rumbo ni agendas, y la población siga desinformada y desinteresada, este será el pan nuestro de cada día.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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