Como dijo el payaso macabroso, nos deben una disculpa a todos “del saqueo, de la pobreza, de la desigualdad, de sus privilegios, de los desaparecidos, de los feminicidios, de las fosas, de las estafas maestras, de los odebrechts, de las casas blancas, de la guerra contra el narco…”.
Sus defensores, actores públicos que los promovieron bajo el argumento fatalista de que el país está en llamas, “peor que nunca”. Olvidando, movidos más por su fobia al actual Presidente, que el país está donde está justo porque esos a quienes ahora defienden lo construyeron a pulso.
Incapaces de reflexionar cómo, al menos desde 1997, las instituciones democráticas y la administración pública han estado bajo ataque constante por los gobiernos en turno, permitido por muchos de los que hoy tanto los defienden como la única opción.
En todo este entorno, la sociedad, todos los actores sociales, han estado completamente ausentes en el mejor de los casos; en algunos otros, complacientes por decir lo menos. Lejanos de nuestras obligaciones democráticas.
Esperando, como a Godot, que alguien más venga a arreglar todo lo que se cree que está mal, sin la menor intención de hacer un esfuerzo, como si nosotros no tuviéramos responsabilidad en ello.
No podemos ya quejarnos como sociedad de lo que estamos viviendo, si no estamos dispuestos a cambiar nosotros mismos. Lejos están aquellos movimientos sociales, como el médico o estudiantil de los 60 que motivaron la gran reforma de 1977; o de los 80 que llevó a la gran reforma de los 90.
Desde la “alternancia”, con la competencia electoral, la ciudadanía se fue haciendo más apática, más desinteresada. Creemos que con ir a votar ya cumplimos. Y después, solo vituperar y criticar, pero nunca proponer y actuar. Por eso es tan exitoso un gobierno como el actual con su base social.
El país de hoy no es culpa de los políticos únicamente. Ellos solo son reflejo de lo que somos como sociedad: individualistas, comodinos, conformistas y discriminadores.
Si queremos en verdad cambiar la realidad de México, y tratar de corregir el rumbo hacia 2024, el único cambio que importa es el nuestro como sociedad. O nos ponemos las pilas, nos interesamos por el país, nos informamos y participamos activamente, o cada día será más tarde para México.
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