Y entre las que se cuentan –por mencionar apenas unas cuantas– el aeropuerto de Santa Lucía, la Ley de Remuneraciones del Sector Público, la Ley Federal de Austeridad Republicana, la Ley Nacional de Extinción de Dominio, la Ley de la Guardia Nacional, la Ley Nacional sobre el Uso de la Fuerza Pública, la Ley Nacional del Registro de Detenciones, la Ley General de Educación, los Lineamientos Generales para la Coordinación e Implementación de los Programas Integrales para el Desarrollo, el incumplimiento de contratos por parte de CFE y PEMEX, en fin, la lista es enciclopédica. Prácticamente en todas las materias imaginables hay pendientes judiciales que el ministro presidente ha optado por dejar esperando…
¿Hasta cuándo? ¿Con qué justificación? ¿Mediante qué argucias? ¿Acaso no hay plazos vencidos ya? ¿Cómo comparan los tiempos promedio de resolución de amparos, acciones y controversias en presidencias anteriores versus la actual presidencia de Zaldívar en la SCJN? ¿Quién gana con tan deliberada estrategia de dilación? ¿Y quién está pagando los costos mientras tanto? Los otros diez ministros, ¿están conformes con esta política de no decidir ni resolver? ¿Acaso no sigue siendo cierto aquello de que de que justicia que no es pronta y expedita no es justicia? Zaldívar suele argumentar que “los jueces hablan por sus sentencias”; de ser así, habría que preguntarle qué significan los silencios de una Corte que está optando por no juzgar.
Porque su manejo de los tiempos también “habla”. Entre tanto apuro para resolver lo suyo y tanta demora para atender lo demás, el ministro presidente tal vez está tratando de encontrar espacios y salvar las formas para no entrar en conflicto con el presidente y su coalición (como hizo con el bochornoso tema de la consulta sobre el juicio a expresidentes). Al hacerlo, sin embargo, está contribuyendo precisamente a menoscabar lo que se supone que busca defender: la independencia y la legitimidad del Poder Judicial. Hay un punto en el que seguir maniobrando de esta manera no es una prueba de sacrificada responsabilidad sino un testimonio de irresponsable claudicación.
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