Un tercer tipo de votante (para mí, el fenómeno social más interesante) es lo que llamo el “constructor político”. Este votante piensa en Morena como un casquete. Un partido relativamente nuevo y por tanto con posibilidad de ser moldeado e influido más que a los partidos tradicionales. Ven en Morena acciones buenas y malas. No importa. Para ellos lo que importa es que, en su proceso de gestación y debido a su reciente creación, el partido todavía tiene espacios de injerencia, es decir, puede ser canalizado e influenciado. Políticos locales ambiciosos y organizadores sociales de base ven en Morena un canal para lograr acceder al poder, aun si no pertenecen a la política tradicional del PRI, PAN o PRD, algo que hubiera sido imposible hace unos años.
Este votante tiene esperanza de que Morena transite a ser un partido independiente del obradorismo, o donde el obradorismo juegue un papel menos dominante. Así, Morena se podrá convertir en un vehículo para nuevas ideologías, plataformas y voces. En cierta forma, este votante no está votando por el Morena de hoy, sino por el Morena que puede existir cuando el partido se consolide como una fuerza política independiente, incluso, de quien hoy toma las decisiones.
Finalmente, está el votante “en piloto automático”. Este votante no sigue mucho la política, no le importa lo que los políticos proponen porque no cree en ellos, y votará por Morena porque no encuentra nada que lo inspire a hacer lo contrario. Recuerda la inspiración que le causó el López Obrador de 2018 y considera que los efectos de la pandemia no son su culpa, sino un efecto global.