Pero no basta con el voto popular para que un gobierno eche a andar sus programas y cumpla con sus más importantes promesas de campaña.
Además de la mayoría numérica, un Ejecutivo necesita que los integrantes de su partido o coalición en el Congreso, se presenten y voten para apoyar sus proyectos y con ello, se puede materializar su propuesta de nación.
Lo observado a lo largo de la 64 Legislatura fue precisamente eso. Los miembros de la 4T (incluyendo al PVEM) votaron la gran mayoría de las veces en bloque. Esta coalición solamente se fragmentó en 2 de 709 votaciones. Dichos dictámenes correspondieron a los acuerdos para la integración de la Mesa Directiva de la Cámara en el 3er año (para darle la presidencia al PT). Fuera de estos dos escasos eventos, la 4T solo perdió una votación (la referente a reducir el 50% del presupuesto a los partidos políticos cuando el 90% de los diputados del PT votaron en contra y la 4T no tuvo los votos suficientes para lograr una mayoría calificada).
Del lado de la oposición, la historia fue muy diferente. Los partidos que la conformaron (PRI, PAN, PRD y MC) se fragmentaron fuertemente en más de 40 ocasiones. Incluyendo votaciones cruciales como el tema del aumento en el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa, la remuneración de servidores públicos, el tema de condonación de impuestos y la reforma al Poder Judicial, entre otros.