El 6 de junio de 1944 se vivió uno de los días más importantes en la definición de la historia mundial. En esa fecha se dio el arribo por mar de las tropas aliadas en la costa de Normandía en el norte de Francia, hecho que marcó el cambio definitivo en el curso de la Segunda Guerra Mundial y así derrotar la maquinaria bélica del gobierno nacional socialista alemán de Adolfo Hitler. A ese día se le conoce como el día D por el desembarco masivo de tropas y la decisión de ir con todo a detener la secuela destructiva de los gobiernos fascistas del Eje.
#ColumnaInvitada | El día “D”
Pues ahora resulta que, aunque no con un alcance mundial pero sí trascendental en lo que hace a la historia de México, toca el 6 de junio (pero de 2021) realizar un desembarco nuevo, ahora por los electores mexicanos que deseen detener la destrucción por parte de un gobierno populista, irresponsable, demagógico, y crecientemente autoritario.
Los riesgos para nuestro país son muy similares en cuanto a lo que significó para Alemania seguir los designios de quien, llegando por la vía democrática, utilizó su poder para derribar instituciones y contrapesos, generar divisionismo, polarizar a la sociedad, encomendar casi todas las actividades relevantes a las fuerzas armadas, atacar la prensa libre, minar la independencia de los jueces, y finalmente pretender desfondar las autoridades electorales.
La misma ruta, las mismas intenciones, y lamentablemente los mismos riesgos y problemas derivados de una secuela de destrucción con una propaganda que genera puras percepciones de “buenas intenciones”, cuando en el mundo real solamente hay malos resultados. Los “otros datos” se vuelven insostenibles cuando la cruda realidad los desenmascara. Una real y apabullante lástima porque los legítimos reclamos que dieron origen a su arribo democrático se tiraron por la borda cuando se dieron a conocer sus verdaderas intenciones.
Atrás han quedado los momentos iniciales en que se pensaba que el gobierno de Morena realmente encaminaría sus esfuerzos y acciones a dar frontal lucha en torno a los principales temas que le dieron rentabilidad electoral. En su lugar se han quitado la máscara para ir de frente con una agenda contraria: (a) se incrementaron en más de 12 millones el número de pobres; (b) homicidios dolosos por encima de todos los niveles históricos; (c) corrupción rampante con adjudicaciones directas en más del 80% de licitaciones; (d) quema de combustibles fósiles con mayor volumen y con efectos contaminantes y mortíferos; y (e) la inversión en caída libre como resultado de decisiones que han erosionado cualquier rastro de credibilidad y certeza legal.
Como el Congreso Federal ya está bajo su control, ahora siguiendo la ruta y recomendaciones de los regímenes autocráticos y dictatoriales, la administración federal va de lleno contra los tres diques finales para lograr la concentración de poder total: prensa, tribunales y autoridades electorales. En esa ruta el Presidente utiliza su tiempo y facultades para erradicar lo único que falta para tomar el control absoluto del país.
Se dedica a denostar cualquier tipo de disenso (aún y cuando se haga con datos duros) eliminando así la posibilidad de tener crítica constructiva. La prensa libre se ve entre la espada y la pared puesto que se ataca sin misericordia cualquier reporte que se haga para cumplir con su obligación de informar (recientemente incluso por dar relieve al número de decesos que por el pésimo manejo de la pandemia se incrementó para llegar a ser ya quizá el segundo lugar mundial real).
En las últimas semanas, ha atacado directamente al poder judicial y en particular a jueces que han determinado correctamente que en el caso de la industria eléctrica las disposiciones modificadas por el Congreso tienen serios problemas de inconstitucionalidad. Las funciones de un poder judicial autónomo son vitales para controlar los excesos de los otros dos poderes. Y ese es el control que no quiere el Presidente.
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Y finalmente ya arrancó el bombardeo contra el INE porque adoptaron resoluciones en torno al no abuso de sobrerrepresentación en órganos legislativos y cancelar registros de candidatos por no cumplir con sus obligaciones en rendición de cuentas y fiscalización. Pero como el Presidente jamás ha aceptado resultados electorales que le sean adversos, se apresta a atacar frontalmente al árbitro de la contienda.
Así viene el día D para México. Si no logramos quitar el control de la Cámara de Diputados a Morena, nos deberemos preparar para una época en que la democracia en nuestro país como sistema funcional desaparecerá. Por ello la ciudadanía debe realizar el desembarco en las casillas y evitar la destrucción del país. Los electores como tropas y los votos como armas. En esa batalla nos jugamos el tipo de país que queremos, una cuestión binaria: se apuesta por Democracia o Dictadura. #VotarParaBotarlos #NiUnVotoParaMorena
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Notas del editor:
Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE.
Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.