Incomprensible que el PAN de Marko Cortés, heredado en la presidencia del partido por Ricardo Anaya, ponga a su más acérrima enemiga por mera conveniencia. Pero más incomprensible que el PAN premie hoy a una persona que hizo todo lo posible por dividirlos, solo por capricho, en 2018.
No sólo renunció al PAN por no ser candidata presidencial, sino que se lanzó como candidata independiente, sin lograr nada. Y apenas el año pasado intentó hacer su propio partido junto al impresentable de su esposo por conveniencia. Hoy, Margarita perjudica al PAN más que ayudar.
Resaltan otros, como Santiago Creel, que brilló por su ineficiencia en la campaña presidencial de 2018; o Cecilia Romero, que ya poco o nada representa en el partido.
En cambio, relegan a personajes de gran prestigio, trayectoria y vocación. Es el caso de Héctor Larios, que quedó en el lugar 10 de su circunscripción, a pesar de todo lo que ha aportado al Partido, y de su larga y probada trayectoria como Senador y Diputado de relevancia.
En el PRI, la historia parece hasta peor. Incluye a gente tan impresentable y cuestionada como Rubén Moreira, para mantenerlo con fuero. Y contrario a como era antes, meten a muchos funcionarios de la dirigencia nacional, que en nada han aportado al partido.
Se incluyen por supuesto el propio Alejandro Moreno, Presidente, y Carolina Viggiano, Secretaria General y esposa de Rubén Moreira (¿alguien pensó nepotismo?).
Y mantienen a Emilio Gamboa y José Murat, que fueron de los que más atentaron contra México durante el Peñismo, al poner a sus vástagos en lugares privilegiados, como si tuvieran algo que aportar.