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2020: un año para aprender

Este 2020 que todos quisiéramos olvidar y superar, debe ser un año para aprender y, ojalá, para cambiar; aunque cada vez se antoja menos posible.
lun 21 diciembre 2020 06:20 AM
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Las actividades en el país se afectaron en este 2020 por la pandemia de COVID.

Este fin de semana regresamos a semáforo rojo la Cdmx y el Edomex. Un postergado regreso, en plenas fiestas decembrinas, ante la realidad de que la pandemia no sólo no está controlada, sino que ha quedado fuera de control, con índices aún peores que a su arranque.

Cerramos con “broche de oro” este año pandémico. Se comprueba que han sido equivocadas todas las medidas y acciones desde el inicio de la crisis, y que han sido más graves de lo que imaginamos todas las omisiones, resistencias y caprichos del gobierno federal en esta etapa.

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Pero este rojo no sólo es culpa de un Presidente absolutamente incapaz de enfrentar la peor crisis que hemos vivido, que irresponsable y maquiavélicamente se ha encaprichado en tomar todas las acciones para empeorarla, tanto en lo sanitario como lo económico.

Un Presidente con el único interés de mantener una base electoral, a través de un discurso supuestamente social, a costa de la salud y el bienestar de los mexicanos.

Muchos de quienes votamos por él, sin ser fanáticos de la 4T, lo hicimos esperando que ese discurso permeara en la sociedad. Imposible cuando el discurso resultó hipócrita, y en el fondo sólo busca profundizar una lucha entre clases, una mayor división social como táctica electoral.

Lo escribimos aquí hace unos meses, y a dos años de gobierno se comprueba. Al Presidente no le interesa ayudar a los pobres a superar su condición, sino perpetuarlos y, de ser posible, crear aún más para mantener una base social. Al tiempo que traslada la culpa hacia los más “acomodados”.

Este rojo tampoco es sólo culpa de un Subsecretario cuyo único afán es mantener un frívolo reflector de lucimiento personal, tomando decisiones criminales como no comprar vacunas suficientes, a costa de la población, cegado por la necesidad de alimentar su ego.

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Ni es sólo culpa de los partidos que se siguen negando a entender por qué fueron rechazados de manera contundente en 2018, y hoy emprenden una alianza contra natura que sólo confirma ante el imaginario colectivo su desconexión social y sus contubernios de corrupción y abuso.

Este rojo no es sólo culpa de gobernadores inútiles, que se dividen para crear alianzas supuestamente federalistas, nada más por mantener cotos de poder cortoplacistas, sin importarles su población ni por qué llegaron al puesto.

Este rojo es, sobre todo, culpa de una sociedad inmadura e irresponsable. Una sociedad que, a pesar de ver que el gobierno nos hunde en esta pandemia, ha decidido correr todos los riesgos para mantener un ritmo de vida normal a pesar de la gravedad de lo que hoy vivimos.

Una sociedad que prefirió seguir saliendo, abarrotar restaurantes, establecimientos comerciales y aeropuertos, mantener bodas multitudinarias frívolas, trasladar a sus casas los puntos de reunión sin la menor distancia, asistir a bares clandestinos, relajar cualquier medida de protección.

Una sociedad que se dedica a criticar a gobiernos, federal y locales, por sus faltas e incapacidades, pero que refuerzan esas incapacidades al no predicar con el ejemplo. Al actuar contra ellos mismos y retrasar así cualquier posibilidad de recuperación, sanitaria y económica.

Una sociedad que se queja (pareciera lo único que sabe hacer) de hoy tener más restricciones, pero que poco o nada reflexiona sobre su propia responsabilidad en este retroceso.

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Cierto, muchos no pueden quedarse y se la tienen que jugar, pero los que podemos no lo hicimos, ni por nosotros ni mucho menos por ellos.

En este difícil entorno, hay que reconocer el valor y el tesón de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México para lograr que regresemos a Rojo. Lo hizo, a pesar de constantes rechazos presidenciales y “subsecretariales” que sólo estaban preocupados por la afectación que tendrían en imagen pública.

Lo que en muchos frentes ha parecido un gobierno capitalino tibio y desorientado, en lo que se refiere a la pandemia ha probado ser un gobierno firme y genuinamente preocupado, que ha actuado decididamente dentro de los restringidos márgenes que le da ser tan cercana al líder 4Tista.

Este 2020 que todos quisiéramos olvidar y superar, debe ser un año para aprender y, ojalá, para cambiar; aunque cada vez se antoja menos posible.

Un año para aprender que no importa la tendencia o corriente política de quien gobierne, los discursos siguen siendo deshonestos, y sólo sirven a propósitos de poder y permanencia, pero no a las aspiraciones de cambio para bien.

Un año para aprender que nuestra clase política está rota, y que si no empiezan a corregir el rumbo y a replantearse de fondo sus modelos y paradigmas, seguirán cayendo en la irrelevancia, con los riesgos democráticos que eso implica.

Un año para aprender que en la medida que sigamos promoviendo, gobierno y todos los actores sociales, confrontación social, división, choque de clases y polarización, el país seguirá en una espiral descendiente cada vez menos controlable.

Un año para aprender que como sociedad seguimos instalados en el individualismo, la ausencia de solidaridad, y la inmadurez. Que si tenemos las crisis políticas y de gobierno que hoy, y desde hace años, vivimos, es porque nosotros mismos no nos hemos interesado en ser mejores.

Un año para aprender que si no cambiamos de una vez por todas como sociedad, nos alejaremos cada día más de la posibilidad de un México mejor, próspero, desarrollado y con bienestar.

Cada año que pasa se nos escapa un poco más la expectativa de un futuro mejor, pero un año como este 2020 nos avienta décadas para atrás, y no necesariamente a las mejores etapas que ha tenido México.

Ojalá que este 2020 sirva para sacudirnos a todos como país, ya que claramente el 2018 no lo logró, y que a partir de 2021 empecemos a asumir todos nuestro rol y obligaciones en el correcto funcionamiento del país. Un optimismo que cada vez se antoja más difícil.

Nos leemos en enero. Usemos estas dos semanas para guardarnos, para cuidarnos en serio, para reflexionar todo lo que venimos haciendo mal, y para cambiar positivamente, que 2021 puede ser nuestra oportunidad de mejora o nuestra debacle. La decisión es sólo nuestra.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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