La estrategia de éxito de los virus reside en tomar control del entorno que le brinda involuntaria e inconscientemente su “anfitrión” y en poder replicarse exitosamente dentro de su organismo, para después pasar a otros y replicar el procedimiento. Un virus aislado se apaga y potencialmente extingue, a menos que cuente con las condiciones para hibernar; por ello los virus son tan exitosos en criaturas gregarias como nosotros. Desde nuestra condición de homínidos (y quizá aun más atrás), los seres humanos hemos necesitado de la compañía de otros para nuestro ciclo vital de reproducción, protección y desarrollo. Nos necesitamos en muchas más maneras de las que estuviéramos dispuestos a admitir.
Esta necesidad tan humana de acercarnos, sentirnos, acompañarnos, proporciona el ecosistema ideal para el progreso de la especie, pero al mismo tiempo representa el mayor riesgo para nuestra supervivencia, dada la propensión natural al conflicto y la transmisión de enfermedades, virales o no. Aún más, la tendencia de nuestra civilización de acercarnos geográficamente cada vez más, así como vivir incrementalmente más cerca uno de los otros, proporciona al virus las condiciones ideales para su propagación.
Desde el principio supimos que tardaríamos un año o más en tener vacuna y que las medidas para contener el virus mientras llegara el remedio dependerían de un modesto pedazo de tela, y de algo aún más importante, nuestra ética como individuos y sociedad. Hoy hemos experimentado ya con varios tipos de tapaboca y sabemos que su eficacia estriba en la protección que brinda al prójimo de nuestros bichos. Para que quede claro a los valenton@s, el que use mi tapabocas no implica que tenga más miedo que tú, pero sí más conciencia.
Pocas lecturas tan recomendables para la época como La Peste de Camus, quien atinadamente nos decía: “El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad. El vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo".