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#LaEstampa | Vacuna COVID: una proeza sin comparación

Los distintos países tendrán que estar a la altura del logro extraordinario de la vacuna y garantizar la distribución adecuada de la misma. Dada la demanda, nada de esto será cosa fácil.
jue 10 diciembre 2020 11:59 PM
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Margaret Keenan al recibir la primera vacuna del plan en GB.

La imagen de los primeros pacientes ingleses en recibir la vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad conocida como COVID 19, es un auténtico milagro de la ciencia.

Es difícil exagerar a qué grado es extraordinario que, menos de un año después de la identificación del patógeno que desató la gran pandemia del 2020, varios grupos de científicos hayan logrado descifrar el virus para encaminar una serie de vacunas que, mediante su producción y distribución masiva, pueda conseguir lo que en otros tiempos parecía genuinamente imposible: proteger en tiempo récord a la humanidad del embate de una enfermedad mortal.

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Y es que la comparación con otros grandes éxitos de la ciencia médica es reveladora. Desde la identificación plena del virus de la poliomielitis hasta el desarrollo de la célebre vacuna de Jonas Salk transcurrió toda la primera mitad del siglo veinte.

Poco tiempo después, en la década de los cincuenta, científicos estadounidenses tardarían casi 15 años en obtener una vacuna contra el sarampión. Otras enfermedades virales, como el VIH-SIDA, han estado entre nosotros por décadas, sin que la ciencia haya descubierto una vacuna.

Ingleses como la señora Margaret Keenan reciben la vacuna contra el coronavirus a menos de un año de que la enfermedad comenzara su devastador paso por Wuhan, China, y luego por el planeta. Es una proeza sin comparación.

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¿Qué sigue ahora? Los distintos países tendrán que estar a la altura de esta historia extraordinaria al garantizar la distribución adecuada de la vacuna. Dada la demanda, nada de esto será cosa fácil. Pero del destino de esa campaña de vacunación dependerá el veredicto de la historia para todos los gobiernos del mundo.

Y no solo será asunto de asegurarse de su distribución. También será asunto de convencer a la población de que la vacuna es indispensable para que el mundo retome el rumbo. En tiempos de desinformación y teorías de la conspiración, esa tarea será, quizá, la más difícil. No hay tiempo que perder. Por lo pronto, la primera gran batalla, la de la ciencia, parece haberse ganado. ¡Vaya cosa!

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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