La imagen de los primeros pacientes ingleses en recibir la vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad conocida como COVID 19, es un auténtico milagro de la ciencia.
Es difícil exagerar a qué grado es extraordinario que, menos de un año después de la identificación del patógeno que desató la gran pandemia del 2020, varios grupos de científicos hayan logrado descifrar el virus para encaminar una serie de vacunas que, mediante su producción y distribución masiva, pueda conseguir lo que en otros tiempos parecía genuinamente imposible: proteger en tiempo récord a la humanidad del embate de una enfermedad mortal.