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Reflexiones sobre la vacuna contra el SARS-COV-2: ¿quién tiene prioridad?

Como país ya fallamos cuando se trataba de comunicar medidas de prevención y mitigación del contagio; no podemos fallar, también, con la vacuna.
mié 09 diciembre 2020 11:59 PM
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Presentación del Plan de Vacunación en la mañanera del 8 de diciembre.

La decisión sobre la distribución y asignación de la vacuna contra el virus SARS-COV-2 implica decidir quién tendrá prioridad para seguir con vida y seguir con su vida. Ni más ni menos.

Por ello, dicha decisión no puede hacerse a puerta cerrada. Debe haber un proceso de discusión y deliberación públicas –nutrida con los escenarios, ventajas y desventajas que consideradas por las autoridades– para determinar quiénes reciben la vacuna primero y quiénes después y si habrá, efectivamente, vacunas para todas y todos.

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Ya se tenía el antecedente del triage para la asignación de respiradores. Recordarán que en abril se emitió la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica unos lineamientos que fueron cuestionados desde distintos ángulos. En mi caso [1] , señalé que estos eran potencialmente discriminatorios porque hacían distinciones que afectan el derecho al nivel más alto posible de salud física y mental que no parecían basarse en criterios objetivos, razonables y proporcionales para determinar a quién se le daba preferencia. Con la vacuna puede suceder algo similar.

Ayer exploraba al menos dos posibilidades para distribuir y asignar las dosis de la vacuna. Una era jerarquizar geográficamente. Otra era jerarquizar poblacionalmente. [2] Y podía hacerse una combinación. Adelantaba que la decisión no era sencilla, razón por la discusión y deliberación públicas era aún más fundamental.

Este 8 de diciembre el gobierno de México presentó la Política Nacional de Vacunación contra el virus Sars-CoV-2 para la prevención de la COVID-19 en México. [3] Con la información disponible, se dio respuesta a ciertas preguntas y otras siguen sin tenerla. Por ejemplo, aún no se sabe cuánto costaron las 34 millones de dosis que se compraron a Pfizer ni los alcances y límites de la participación de las Fuerzas Armadas en la logística.

Lo que sí se sabe es que la estrategia –que contempla alcanzar la cobertura nacional y operación en el primer trimestre del 2022– estará dividida en cinco etapas y prioriza, en las etapas 1 y 2, a dos grupos poblacionales: personal de salud y personas adultas mayores [4] .

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Hay referencias en comunicados oficiales a que en la elaboración de la Política Nacional de Vacunación contra el virus Sars-CoV-2 para la prevención de la COVID-19 en México, que tomó tres meses, participaron expertas y expertos de “institutos y centros de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Secretaría de Salud y de la Organización Panamericana de la Salud, en áreas como virología, infectología, vacunología, enfermedades infecciosas, sistemas de salud, ética, derechos humanos y economía de la salud, entre otros”. [5]

Parece que entre las expertas y expertos no incluyeron a personas con profesiones relacionadas con las ciencias sociales ni a integrantes de organizaciones de la sociedad civil, colectivas, movimientos y otras instituciones de investigación y docencia.

Tampoco hay algún indicio de que haya habido algún mecanismo o procedimiento implementado por las autoridades para respetar y garantizar el derecho a la información y a la participación de todas las personas y grupos que habitan el territorio nacional, susceptibles de ser afectadas por la decisión de la vacunación y que deberían haber tenido la posibilidad de involucrarse en la adopción de la misma por ser un asunto que les atañe.

Es decir, que el proceso que parece que se siguió para la planeación de la Política Nacional de Vacunación contra el virus Sars-CoV-2 para la prevención de la COVID-19 en México es cuestionable desde un enfoque de derechos humanos, porque no aseguró el derecho a la información ni a la participación.

Ahora, independientemente del proceso, ¿qué se puede decir del resultado? Primero, que no se sabe bien a bien, desde un punto de vista de política pública, en qué consiste. De hecho, como se mencionó, a la fecha no es posible conocer ni retroalimentar el documento completo con la Política Nacional de Vacunación contra el virus Sars-CoV-2 para la prevención de la COVID-19 en México.

Segundo, que no están claros los criterios que se utilizaron para hacer la priorización poblacional que se hizo. Es importante conocer dichos criterios para analizar si son objetivos, razonables y proporcionales. Si lo son, la preferencia que le dan a ciertas personas para recibir la vacuna no sería considerada como discriminatoria. Si no lo son, dicha preferencia puede ser considerada como discriminatoria en contra de quienes no tendrán prioridad para recibirla. En el caso del personal de salud de primera línea de control de la COVID-19 no cabe duda. No así en el caso del resto del personal de salud (que puede estar en menos contacto con pacientes COVID-19 que, por ejemplo, las personas servidoras públicas que brindan atención a la población en actividades esenciales o que prestan servicios públicos en los territorios).

En el caso de las personas adultas mayores se sabe que la edad es un factor de riesgo de contagio. Sin embargo, al considerarse de manera aislada de cualquier otro factor, es posible que se le de prioridad a una persona adulta mayor que, en términos relativos, la requiere menos que otra persona, por ejemplo, porque puede permanecer en casa y su casa no es habitada ni visitada por una multiplicidad de personas o porque no tiene algún padecimiento que pueda aumentar el riesgo de complicaciones en caso de contagio.

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Cada variable adicional que se considere para la priorización puede complicar la operación de la estrategia pero, en principio, se podría priorizar a personas que tuvieran más de un factor de riesgo de contagio y/o de complicación en caso de contagio y no solo a las personas adultas mayores en función de su edad. En uno de los materiales de comunicación y divulgación se menciona que la meta de cobertura es llegar al 75% de la población de 16 años y más. Y entre los siete grupos de prioridad para recibir la vacunación de manera diferenciada por etapa entre diciembre del 2020 y junio del 2021 no se contempla a las niñas y niños, a las personas adolescentes ni a las personas jóvenes.

Considerando que el riesgo de contagio en la infancia es menor al de la población adulta, pero no es nulo, y que las personas adolescentes y jóvenes tienen mayor probabilidad de tener más movilidad que otros grupos etarios (incluidas las personas adultas mayores de 60, 70 y 80), tomando en cuenta el interés superior que debería guiar las decisiones que les afectan y el impacto que tiene lo que suceda con ellos en la vida cotidiana de las familias –y particularmente de las mujeres de las familias–, no está claro por qué no son un grupo prioritario.

Tercero, no parece haber criterios para una priorización geográfica. Para la etapa 1, comprendida de diciembre de 2020 a marzo de 2021, en la que se busca vacunar al personal de salud de primera línea de control de la COVID-19, en uno de los materiales de comunicación y divulgación se menciona como lugar de aplicación a la Ciudad de México y a Coahuila de Zaragoza (sin que sea explícito por qué esas entidades y no otras) y para las etapas 2 a 5, comprendidas de abril del 2021 a marzo del 2020, se contempla todo el territorio nacional como lugar de aplicación.

Aunque la COVID-19 ha afectado a toda la república mexicana no ha afectado de manera uniforme y los distintos lugares no son iguales en términos de casos positivos –absolutos o en tasa por cada 100,000 habitantes, acumulados o activos– ni de personas fallecidas ni de derechohabiencia a servicios de salud en el IMSS, ISSSTE o INSABI ni de capacidad hospitalaria para atender a pacientes con síntomas graves.

El Gobierno de México busca que la vacuna contra el virus del SARS-COV-2 sea universal y gratuita, cual debe ser dado que esta es indispensable para respetar y garantizar el derecho de todas las personas a nivel más alto posible de salud física y mental. Pero es imposible repartir y aplicar la vacuna a todas las personas al mismo tiempo en todo el país. Por ello, es indispensable priorizar. La cuestión está en cómo se prioriza, con base en qué se prioriza y quién decide esa priorización.

Y una vez que se adopta la decisión de la distribución y asignación de vacunas, viene un reto todavía mayor: el de comunicar la decisión de manera proactiva y temprana, en los distintos idiomas oficiales en la república mexicana, con pertinencia cultural, mediante distintos canales y medios, para que todas las personas, sin discriminación, puedan acceder a información objetiva, veraz, oportuna, completa, comprensible, verificable y actualizada, realizando un proceso pedagógico que aumente la probabilidad de que –pese a la justificada desconfianza de la ciudadanía en sus gobiernos– las personas accedan a ponerse la vacuna.

Como país ya fallamos en este reto cuando solo se trataba de comunicar medidas de prevención y mitigación del contagio; no podemos fallar, también, con la vacuna.

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[1] https://www.animalpolitico.com/blog-invitado/20-observaciones-a-los-lineamientos-para-la-atencion-de-pacientes-graves-con-covid-19-desde-un-enfoque-antidiscriminatorio/

[2] https://twitter.com/laoctavadigital/status/1336095020797980672?s=20

[3] Al momento de escribir estas líneas, no es posible consultar el documento complemento en alguna fuente de información oficial, únicamente hay materiales de comunicación y divulgación.

[4] https://lopezobrador.org.mx/2020/12/08/presentan-politica-nacional-de-vacunacion-contra-covid-19-profesionales-de-la-salud-sector-prioritario-de-aplicacion/

[5] https://www.gob.mx/salud/prensa/231-coordina-salud-politica-nacional-de-vacunacion-contra-el-virus-sars-cov-2-para-la-prevencion-de-covid-19?idiom=es

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Notas del editor:

La autora es feminista, Fundadora y Directora General de Cohesión Comunitaria e Innovación Social A.C.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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